FOLLOSO: Tienes razon, los que no lo vivimos en primera persona...

LA ALIMENTACIÓN

A veces oigo enaltecer ciertos alimentos como algo perteneciente a la excelencia. Alimento campeón por ser nuestro de León. Todo está muy bien, entendible, recuperamos la tradición y el hacer de nuestros mayores y lo calificamos como excelente. Estoy de acuerdo.
Vayamos a los orígenes, no hace falta tanto, retrocedamos a la mitad justa de siglo XX. La alimentación de aquellas gentes de la Lomba, ¿era Mediterránea? ¿era variada? ¿era de mercado? Vayamos por partes. Sí era una alimentación natural, aunque con exceso de conservas.
El pan de centeno era la base de la alimentación, el de trigo o blanco no se generalizó hasta los sesentas. Alguna vez leo en los foros: Pues a mi me encanta el pan de centeno! A mi también, cuando lo como porque quiero y he podido escoger entre topecientas variedades. Cuando sólo hay uno, duro, acido, quemado o poco cocido, según salió la fornada, día tras día, año tras año, ya empieza a gustar un poco menos.
El segundo alimento base eran las patatas cocidas, normalmente para almorzar y para cenar, sazonadas con grasa del cerdo guardada en ollas desde el día de la "derrita" (la derrita merece un capítulo aparte), o con aceite vegetal, sus correspondientes ajos, cuando había, y el consabido pimentón. Si había sebo, también se sazonaban co él y os aseguro que era intragable. Las patatas normales, o en cachelos, bien sazonaditas están buenas, pero todos los días, mañana y noche os aseguro que es cansino, monótono. En el almuerzo, algunas veces se hacían "papas", a ver los investigadores, ya veis que no son patatas. Dos o tres veces al año se desayunaba chocolate con tostas como los obispos. Durante mucho tiempo quise ser obispo de mayor, por lo del chocolate, se torcieron las cosas y no llegué a obispo, a tomar chocolate sí. Obviamente las patatas también se tomaban fritas, en tortilla y en ensalada o illa.
La patata era el primer producto de la linar, de la linar también se obtenían los garbanzos para hacer aquellos cocidos extraordinarios, con pata, oreja, hueso de jamón, tozo de jamón, chorizo, morcilla, tocino, y berza. Eran extraordinarios en el contenido y también en el número de veces que se hacía en el año, los cerdos, tienen cuatro patas y dos orejas y se solían matar dos, a veces tres. Lo normal era cocido de garbanzos o de habas con tozo de tocino y chorizo o morcilla. De las linares también se recogían, lentejas, finísimas, pero pocas, habas, blancas, pintas, rajonas y de carne, arvejas y fréjoles que mayoritarimente se consumían en verde. La mayoría de las linares se dedicaban a la producción de la patata, la mejor, más fertil y más cercana a casa se dedicaba a las legumbres antes reseñadas y a los semilleros de lechugas, alguna cebolla y algún tomate. No peséis que la producción era abundante; la casa que tenía estudiantes producía para la "carraca" y poco más. (La carraca también merece capítulo aparte). Las linares eran las tierras más fértiles, casi todas fueron creadas a través de tiempo por arrastre del agua y depósito de materiales en las terrazas. Si habéis obsevado todas las linares en su parte sur tienen una pared bastante alta, y si no se conserva la pared se ve perfectamente el desnivel. Esa tierra de aluvión se permitía dos cosechas y no se dejaba descansar como se hacía con las tierras del pan; arrancadas las legumbres y patatas se plantaban berzas, repollos que durante algunos meses de otoño e invierno serviría para la comida del medio día.
El acompañamiento de patatas, legumbres y berzas es el samartino, el gocho. Todo bien medido para que las reciones lleguen para todo el año, y puntualmente, en el noviembre siguiente, vuelta a comenzar. En alguna casa y no todos los años se mataba una cecina, entonces había más chorizos, más duros también, y cecina para las meriendas, las diez y los cocidos. Para cecina también se solía matar algún castrón, pero no era la norma. Si se degraciaba alguna vaca o ternera, porque se entelaban, o porque les daba la tridora, se vendía la carne a los vecinos que solidariamente compraban para aminorar la perdida de quien perdió la vaca. Ese era una de las pocas ocasiones de comer carne fresca. También se mataba algún gallo y se aprovechaba alguna gallina. Ya sabéis que cuando el señor/ ora toma caldo de gallina, está malo él/ella o estaba mala la gallina. Para la siega del pan, se contrataba una cuadrilla de vercianos y se mataba una borrega para alimentarlos y que no se descuadrasen las raciones del samartino.
El pescado, fuera del bacalao de cuaresma, alguna trucha hurtada a los del río grande o algún regalo de alguien que había dinamitado alguna poza, brillaba por su ausencia. Algo en escabeche, yo las sardinas las probé con diez años, ¡qué manjar!.
La fruta más abundante eran las manzanas porque se consevaban en el tiempo y duraban hasta casi las de San juan que eran las primeras. Había peras, cerezas, guindas, ciruelas, nisos y cornezuelos de los nisales antes de que madurasen los nisos.
Lo que sí era un elemento de primera calidad era la leche y su mantequilla, el queso ya era otro cantar. Se solía comprar alguno de oveja que le decían queso de abajo. Los huevos también eran de primerísima calidad. A los niños era muy típico darselos batidos con leche y azúcar y alguna vez con vino.
Muy típico, también comprados, eran los pimientos verdes o entreverados de Cuadros que se tomaban cocidos y despues aliñados como la ensalada.
Mención especial merecen las castañas, se compraba un saquito antes de Navidad, sin castañas no había navidades. Se comían cocidas con sal y después torradas en la chapa. También se tomaban con leche.

Como podéis ver la alimantación no era mediterránea porque le faltaban dos elementos esenciales, el pescado y la verdura durante todo el año. Tampoco era de mercado porque la mayoría de las cosas se producían estacionalmente. No era variada, más bien repetitiva, siguiendo el ciclo de las cosechas, las tradiciones y el modo de conservar los alimentos. Más bien podemos calificala de rutinaria, previsible, escasa, con exceso de grasas, colesterol y acido úrico. No es una crítica, ni un desprecio, ni un insulto. Todo lo contrario, pretende ser un testimonio del sacrificio que aquellos hombres y mujeres realizaban para subsistir en un medio pobre, aislado, con clima extremo y olvidado de las administración que sólo acudía puntualmente a cobrar la contribución.
Un abrazo.

Tienes razon, los que no lo vivimos en primera persona lo idealizamos en demasia