Para los sentidos, Carballo, sí que es un regalo, pero para mi memoria es la negación total y absoluta. Ahora pesaba ponerme a escribir sobre la siega del pan y no veo ni una tierra, todo está como en los orígenes, sin límites, sin mojones ni fronteras: ¡naturaleza, naturaleza!
¿De qué siega voy a hablar? No hay pan, ni tierra, sólo memoria y añoranza. ¡Qué primavera adolescente y explosiva! La vegetación lo invade todo sin que apenas deje sitio a la huella humana. Aquí la naturaleza no está domesticada, pero es un auténtico regalo para los sentidos. Salu2
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