! Oh cielos, que gran fortuna
el que regresa a su cuna
de este Castillo eminente
que en mi alma está presente
y aunque lo veo doliente
desgajado e impotente,
los pesares... a mí cura.
Maldita la desventura
que degajó tu hermosura
conmoviendo a tanta gente,
enjugando de tu frente
el sudor de la locura.
el que regresa a su cuna
de este Castillo eminente
que en mi alma está presente
y aunque lo veo doliente
desgajado e impotente,
los pesares... a mí cura.
Maldita la desventura
que degajó tu hermosura
conmoviendo a tanta gente,
enjugando de tu frente
el sudor de la locura.
¡Que bonito, Octavio! No se si es porque conozco la zona, o es que en realidad era el pueblo de mi madre,... pero me encanta leer esas poesias tan llenas de humanidad, gracias por compartirlas. Pilar.
Después de verte y mirarte
y volver a contemplarte
en tu actitud tan solemne,
Oh tú Castillo perenne,
Señorío de Benar,
enrocado en pedestal
cómo la rosa en rosal,
prendido estás sin moverte
y amándote hasta la muerte
de tí no quiero bajar
y en tu seno reposar
cuando me toque esa suerte.
Tu belleza resplandece
y este valle se estremece
de armonía y claridad,
cuando de día amaneces
y nos prestas tu beldad.
Amigo de nuestra edad
que nos hablas de mil cosas
sin poderlas olvidar
y a Manzaneda te vuelves
a poderla contemplar,
cómo la nubes airosas
que de tí, cantando van
y comentan amorosas
que no te van a dejar
y ese cuerpo tan dolido,
ellas lo van a a aliviar,
igual que sana el herido
que acude a "Fuentelugar"
y sus súplicas devotas
a S. Roque vá a rezar,
y a S. Pelayo, glorioso
que no muy lejos está,
consolando a los que sufren
ó se ponen a llorar.
y volver a contemplarte
en tu actitud tan solemne,
Oh tú Castillo perenne,
Señorío de Benar,
enrocado en pedestal
cómo la rosa en rosal,
prendido estás sin moverte
y amándote hasta la muerte
de tí no quiero bajar
y en tu seno reposar
cuando me toque esa suerte.
Tu belleza resplandece
y este valle se estremece
de armonía y claridad,
cuando de día amaneces
y nos prestas tu beldad.
Amigo de nuestra edad
que nos hablas de mil cosas
sin poderlas olvidar
y a Manzaneda te vuelves
a poderla contemplar,
cómo la nubes airosas
que de tí, cantando van
y comentan amorosas
que no te van a dejar
y ese cuerpo tan dolido,
ellas lo van a a aliviar,
igual que sana el herido
que acude a "Fuentelugar"
y sus súplicas devotas
a S. Roque vá a rezar,
y a S. Pelayo, glorioso
que no muy lejos está,
consolando a los que sufren
ó se ponen a llorar.
