EL CENTENO EN OMAÑA, SIEMBRA, SIEGA, ACARREO, MAJA, MUELO Y PANERA
El centeno, hasta hace pocas décadas, era el cultivo mas importante en la comarca leonesa de Omaña. Menos apreciado que el trigo, al que se asemeja, es un cereal apto para tierras pobres y climas duros. No se conoce exactamente cuando se inicia su cultivo pero si se sabe que los galos de Francia, lo cultivaban antes de la invasión romana. Después se ha cultivado mucho en Rusia y otros países del Centro y Norte de Europa.
¿Pero qué es el centeno? Sabemos que tiene cierto parecido con el trigo, pero sus tallos son más largos y duros y su grano, también más duro y puntiagudo que el de el trigo, crece en una espiga cilíndrica, con dos o tres carreras o espiguillas. Al igual que el trigo, se presenta en dos variedades: la que se sembraba en septiembre y la que se sembraba en primavera, variedad ésta conocida en Omaña como “seruendo”. El sistema de cultivo era el de barbecho, es decir, se dejaba descansar la tierra durante un año. Este sistema determinaba que en cada pueblo hubiese dos zonas de siembra diferenciadas; cada una de éstas zonas se conocía como “hoja”.
En tierras más fértiles, las situadas en las proximidades de los ríos, en las huertas, conocidas en parte de Omaña como “eiros” en otras como linares, se sembraba también centeno para utilizarlo en verde como pienso para el ganado, combinando esta siembra con la recolección de los escasos productos hortícolas que completaban la producción agrícola omañesa. Todo el proceso desde la siembra hasta la recogida del centeno debió permanecer inalterable durante siglos; en los últimos tiempos de su cultivo las faenas de arada seguían haciéndose con el viejo arado romano. En éste caso no solo por la rutina, también porque la mísera capa de tierra no admitía otro tipo de arado. El arado romano rascaba la roca del cercano subsuelo y a veces su reja levantaba lajas de piedra, solo la variedad de primavera, el seruendo, se cultivaba en tierras más generosas, las huertas, pero su producción era muy escasa porque mermaba los pocos predios donde crecían patatas, algunas legumbres, frejoles, berzas y lechugas.
Quizás porque el centeno crecía en tierras pobres, no eran frecuentes hierbas parasitas; solo una aparecía con relativa frecuencia, obligando al escardado. Se conocía como “rugidera”, a la que gentes mas ilustradas, le llamaban coscojo, justificando este cambio de nombre se debía a la Botánica; yo no encuentro en los diccionarios tal denominación. Si aparece “coscoja” como árbol achaparrado, parecido a la encina.
El centeno, hasta hace pocas décadas, era el cultivo mas importante en la comarca leonesa de Omaña. Menos apreciado que el trigo, al que se asemeja, es un cereal apto para tierras pobres y climas duros. No se conoce exactamente cuando se inicia su cultivo pero si se sabe que los galos de Francia, lo cultivaban antes de la invasión romana. Después se ha cultivado mucho en Rusia y otros países del Centro y Norte de Europa.
¿Pero qué es el centeno? Sabemos que tiene cierto parecido con el trigo, pero sus tallos son más largos y duros y su grano, también más duro y puntiagudo que el de el trigo, crece en una espiga cilíndrica, con dos o tres carreras o espiguillas. Al igual que el trigo, se presenta en dos variedades: la que se sembraba en septiembre y la que se sembraba en primavera, variedad ésta conocida en Omaña como “seruendo”. El sistema de cultivo era el de barbecho, es decir, se dejaba descansar la tierra durante un año. Este sistema determinaba que en cada pueblo hubiese dos zonas de siembra diferenciadas; cada una de éstas zonas se conocía como “hoja”.
En tierras más fértiles, las situadas en las proximidades de los ríos, en las huertas, conocidas en parte de Omaña como “eiros” en otras como linares, se sembraba también centeno para utilizarlo en verde como pienso para el ganado, combinando esta siembra con la recolección de los escasos productos hortícolas que completaban la producción agrícola omañesa. Todo el proceso desde la siembra hasta la recogida del centeno debió permanecer inalterable durante siglos; en los últimos tiempos de su cultivo las faenas de arada seguían haciéndose con el viejo arado romano. En éste caso no solo por la rutina, también porque la mísera capa de tierra no admitía otro tipo de arado. El arado romano rascaba la roca del cercano subsuelo y a veces su reja levantaba lajas de piedra, solo la variedad de primavera, el seruendo, se cultivaba en tierras más generosas, las huertas, pero su producción era muy escasa porque mermaba los pocos predios donde crecían patatas, algunas legumbres, frejoles, berzas y lechugas.
Quizás porque el centeno crecía en tierras pobres, no eran frecuentes hierbas parasitas; solo una aparecía con relativa frecuencia, obligando al escardado. Se conocía como “rugidera”, a la que gentes mas ilustradas, le llamaban coscojo, justificando este cambio de nombre se debía a la Botánica; yo no encuentro en los diccionarios tal denominación. Si aparece “coscoja” como árbol achaparrado, parecido a la encina.
