Remontando el curso del Duero nos acercaremos a La Vid, en cuyo monasterio premostratense una Virgen de bello rostro, dulce y maternal, sonríe. Es Santa María de la Vid, acaso aquella misma hermosa imagen que, según la tradición, apareció en tiempos de Alfonso VII entre unos, a la ribera del Duero. La fachada de la iglesia está labrada según estilo churrigueresco y se compone de un gran portal y airosa espadaña que alcanza los 33 metros de altura. El espléndido conjunto merece el apelativo de “El Escorial de la Ribera.