Pedro Lozano Huerta
En el margen izquierdo del río Arlanzón, a un kilómetro de la presa del pantano de Úzquiza, en la carretera que conduce de Burgos a Pradoluengo y en terreno llano entre montes y defendido del río por un parapeto de rocas, tiene su asiento VILLASUR DE HERREROS, a 26 kilómetros de Burgos.
Le prestan límites y compañía Urrez, los despoblados de Urquiza y Villorobe cubiertos por las aguas del pantano, Galarde, Villamórico, Arlanzón y Brieva de Juarros.
En un apócrifo del monasterio de San Millán de la Cogolla aparece su nombre escrito el 15 de marzo de 863. Ya con seguridad el 1 de enero de 964 en
la documentación del monasterio de San Pedro Cardeña, como “Villa Ferreros in rívulo Arlanzón”. Lo encontramos también citado pronto en un documento del monasterio de Santa María de Rioseco en 1168. Y era lugar de abadengo, que pertenecía al Arzobispado de Burgos, según declararon sus pobladores en las respuestas generales del Catastro del Marqués de la Ensenada en 1752.
A mediados de siglo XIX, en 1848, habitaban el lugar 186 personas, según atestigua Pascual Madoz en su Diccionario geográfico. Aprovechó muy bien la bonanza poblacional de la segunda mitad del siglo para crecer, como la inmensa mayoría de los pueblos de la provincia, y llegar hasta 656 habitantes en 1900. Comenzó a descender en la difícil primera mitad del siglo XX y presentaba en 1950 un censo de 553 personas y termina el siglo con 170 habitantes, superados
los duros embates de la emigración

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