En una espaciosa llanura, regada por el
río Nela, que se extiende hasta la ladera norte de la
Sierra de Tesla, en la
carretera denominada, de
Burgos a
Santoña, y siendo al mismo tiempo cruce de otras varias
carreteras, cercano a la
vía del antiguo ferrocarril “Santander-Mediterráneo”, está situado
VILLARCAYO, a 75 kilómetros de Burgos.
Lo rodean, beneficiándose de su influjo,
Horna,
Santa Cruz de Andino,
Quintanilla de los Adrianos,
Villacomparada de Rueda, Quintanilla-Socigüenza y
Cigüenza.
Es cabeza de partido judicial y capital de las Merindades desde el 28 de agosto de 1560, en que fue elegida “bajo un moral de Miñón” por los vecinos de las siete Merindades, aunque en aquel momento contaba con menos de 100 habitantes, sin duda por su situación estratégica.
Probablemente se refiere a él el documento del siglo XI del
monasterio de
San Salvador de Oña, que lo cita como “Fonte Arcayo”, pero con plena seguridad, lo encontramos en la misma documentación de Oña el 4 de junio de 1272. Y sus pobladores, ya mucho más numerosos, declararon en las respuestas generales del Catastro del Marqués de la Ensenada en 1752 que pertenecían únicamente al rey, al que pagaban tributos, es decir, era lugar de realengo.
En el año 1848 Pascual Madoz le asigna en su Diccionario geográfico 268 habitantes. Desde entonces ha ido aumentando progresivamente su población, presentando en 1900 un censo de 847 personas. La primera mitad del siglo XX lo lleva hasta 1242 habitantes en 1950. Y, a pesar de los movimientos migratorios de la segunda mitad del siglo, lo termina con 2751 personas en el año 2000