Ese desfiladero, a modo de tubo, da nombre al
pueblo de
Tobera. Cuenta la leyenda que las
piedras calizas o tobas depositadas en el
agua son princesas. Las muchachas prefirieron convertirse en
piedra antes de ser mancilladas por villanos. Con estas
rocas está construida la propia
ermita de Nuestra Señora de la Hoz.