SOTRESGUDO: Que tiempos aquellos. lejanos quedan. Para acordarse...

Que tiempos aquellos. lejanos quedan. Para acordarse de ellos no hay mejor memoria que haberlo pasado muy bien, o muy mal. Recuerdo que para ir a Villadiego, precisaba andar diez Km aun sin las luces de la madrugada, por un polvoriento o embarrado camino, y por senderos de atajo. En uno de estos atajos, que cruzaba por una desnuda paramera, cuyo único árbol era un centenario espino, llamado La Matona, done al perecer se emboscaban los ladrones de la comarca, para aligerar al caminante de su caudal. Debian ser pacientes cacos los que aguantando el frio de la mañana, estaban a la espera de la presunta victima, cosa que no se daba todos los dias, para topar con alguien, que en el mejor de los casos solamente llevaba el dinero para el bus a Burgos, y para un bocata de salchichón.
Nunca supe de que atracaran a nadie, pero la fama es la fama, y muchos, por si acaso evitaban pasar, y se iban por el camino que bordeaba el cotorro. Yo que a la sazón contaba con catorce años, envalentonado con la recia vara de fresno que llevaba, no sin miedo pasaba arreciando el paso incluso corriendo a la carrera. Pasando Quintanilla tomaba un atajo que bordeaba el río. Ya comenzaba la amanecida. Una fría mañana me sorprendió que alguien a quien no vi, estaría cortando un árbol, por lo que deduje que dicho árbol no era de su propiedad.
Recuerdo años mas tarde el ir a un baile de gramola que se daba en una especie de almacén, sito junto a la carretera donde se ubica el silo.