OÑA: La fundacion de este famoso monasterio se debe al último...

La fundacion de este famoso monasterio se debe al último conde soberano de Castilla, D. Sancho II, y á su esposa doña Urraca, quienes al erigirle en 1011 le dotaron de las suficientes rentas para su existencia y ampliacion, la que se llevó á cabo con ellas y las dádivas de otros poderosos monarcas y príncipes, llegando á tal estremo de grandeza y esplendor, que fué visitado por muchos poderosos señores y reyes estranjeros. De Carlos V se dice que pasó por este convento al dirigirse á Yuste en 1556 para terminar su vida en aquella casa, y parece prometió pasar sus dias en Oña si Yuste no le daba salud. Refiérese además que escribió á su hijo Felipe II recomendándole visitase este monasterio, lo que hicieron con él sus hermanas Leonor, reina de Francia, y María, reina de Hungría, lo que se apresuró á hacer á su regreso de Inglaterra el sábio Felipe, esclamando admirado al ver la grandeza del edificio: « ¡Por dónde se introdujo en valle tan pequeño magnificencia tanta!» Otros monarcas, siguiendo el ejemplo de estos célebres reyes, han visitado el mismo convento, quedando complacidos de su notable mérito.
Situado en la tranquila villa de Oña, á diez leguas de Burgos, le rodean á corta distancia Frías, Medina del Pomar, Villarcayo, Roza, Briviesca y Pancorvo, dando nombre al fertilísimo valle en cuyo fondo se levanta el monasterio al pié de unas elevadas montañas que le protejen por el Norte, Oriente y Mediodía, dando origen al rio que baña sus muros.
El cercado y convento que circunvalan el edificio y su huerta, constan de 99,900 varas cuadradas superficiales, formando el mas agradable sitio de recreo, con mas de 2,000 árboles frutales de diversas y delicadas clases, plantados simétricamente en toda la estension de la magnífica huerta situada á la falda de las montañas en forma de anfiteatro, por su actual dueño D. Claudio Asenjo, que al poseerla la encontró casi desierta, en cuya vasta estension ha formado hermosos caminos y paseos, ya mas altos ya mas bajos, con grandes cuadros de jardines, representando alegres galerías. El monasterio recibe la luz por 151 balcones con vistas al Mediodia y Poniente, 80 de los cuales son lisos, y los restantes de tres piés de vuelo