Burro lechero en la torre de San Juan, OÑA

El fulgor que confieren al Monasterio sus abades, como San Iñigo (1.035-1.068), le convierten en punto de destino de donaciones provenientes de reyes, nobles, obispos y pequeños propietarios. Los monarcas junto a esta masa de donaciones unían la cesión de determinados derechos regalianos, con lo que la abadía pasaba a detentar prerrogativas de carácter administrativo, tributario, judicial o militar, anteriormente exclusivas del poder real. Todo ello convertía al abad en un "señor" y al Monasterio en un "señorio".
(18 de Abril de 2023)