En el estrecho valle del rió, tierra profunda, de color obscuro, en las laderas colindantes, tierra de yeso, hacia Ruyales, tierra roja de terracota, y en el páramo, tierra somera y floja entre lascas de piedras que revolvía el antiquísimo y eterno arado romano, en general tierras fértiles, labradas a braván. en el año sesenta, aun el tractor era un sueño.