Vista desde el Palacio Ducal hasta la Colegiata, LERMA

El impresionante Palacio Ducal de Lerma, convertido en Parador, se ubica en la parte alta de la villa. El hotel cuenta con un patio central rodeado de bellas galerías de columnatas. La elegancia y majestuosidad de este palacio de la época de los Austrias, y sus preciosos interiores de cuidada iluminación y decoración, harán que tu estancia en él se convierta en una experiencia especial.

Frente a la fachada principal del Palacio se extiende un espacio de planta rectangular, es la señorial Plaza Mayor, que por las noches, con las luces del Palacio, se ve todavía más esplendorosa. La zona medieval, con sus encantadoras casas, el arco, y el puente de la cárcel, el convento de San Blas, o el de Santo Domingo, el Pasadizo del Duque o la Ex-Colegiata de San Pedro son algunas joyas que no puedes dejar de visitar.

Vale la pena hacer una ruta por el entorno de Lerma. A 22 kilómetros se ubica Covarrubias, un hermoso pueblo donde la Colegiata de San Cosme y San Damián o las Plazas de Doña Sancha y Doña Urraca invitan a una visita pausada y a imaginar que el tiempo se ha parado en el medievo, y que pocas cosas han cambiado allí desde aquel año 987, cuando el conde Fernán González fundó la villa.

A escasa media hora en coche encontrarás otro tesoro, el monasterio Santo Domingo de Silos, joya universal del románico que en la actualidad se ha convertido en centro de peregrinación espiritual y artística. A poca distancia también encontrarás la bella Aranda de Duero, ciudad de vino, monumentos, historia y saber hacer en los fogones

La ExColegiata de San Pedro, está situada en la Plaza de San Pedro de la localidad de Lerma.

Se consagró en 1617 con grandes festejos para la Corte y los nobles, que duraron 21 días. El duque de Lerma consiguió que esta abadía dependiera directamente de Roma (por eso se ve el emblema papal por todas partes).

El Arzobispo de Sevilla, Don Cristóbal de Rojas y Sandoval, tío del Duque, concibió el proyecto de dotar a Lerma de una Iglesia de grandes dimensiones, no culminando el proyecto.

El duque retoma los planos, adaptándolos al estilo herreriano y ampliándola considerablemente. El Duque continuó la obra emprendida, dotándole de mayor amplitud, altitud y conservando las bóvedas de estilo gótico. Los planos son obra del arquitecto carmelita Fray Alberto de la Madre de Dios, que en 1613 inició la reforma. De planta de salón con tres naves, dispone de girola y capillas laterales, coro, trascoro, contaduría y baptisterio. Mide 222 pies de largo, 77 de ancho y 51 de alto; costó la fábrica unos 80.000 ducados.

A petición del Duque, la parroquia de S. Pedro fue convertida en Colegiata por el Papa Paulo V, recibiendo de Su Santidad una Bula designando a la Abadía, “nullius diócesis”, con dependencia directa de la Santa Sede e independencia total del Arzobispado de Burgos.

La fachada sur destaca por la monumental portada principal, con dos columnas dóricas sujetando un entablamento decorado con los escudos ducales en las metopas, coronado por cornisa rematada por bolas. En el centro, una hornacina con frontón semicircular y la imagen de S. Pedro. Como curiosidad, destaca la puerta que es la original de 1616 de madera de pino y clavos de bronce.

El bello retablo mayor es de estilo barroco, con abundante decoración, toda ella dorada, columnas salomónicas, decoración vegetal, estípites, amorcillos.

En el interior destaca por su belleza y solemnidad la estatua orante del tío del Duque, Don Cristóbal de Rojas y Sandoval, diseñada por Pompeo Leoni, realizada en bronce por Juan de Arfe y finalizada por Lesmes Fernández del Moral. También destacan los famosos órganos de 1615-16, construidos por Diego de Quijano, organero mayor de Felipe III. En la sacristía retratos del Duque, de Juan Pantoja de la Cruz pintor de cámara de Felipe III, cajonera de madera de nogal, cantorales, calvario. Destada entre todas las piezas, la preciosa mesa taraceada italiana, regalo de Papa Paulo V, que en origen fue mesa ceremonial de Palacio.