Mural Arte Urbano, LA ALDEA DEL PORTILLO DEL BUSTO

El Arte Urbano es una manifestación humana que da a conocer las inquietudes de la sociedad e invita a la reflexión, a veces con una intención social y otras veces con una intención meramente estética. Los artistas urbanos, muchas veces, transforman las fachadas grises de los edificios por otras más coloridas influyendo, de paso, en todo el entorno.
‘La galería de Arte más grande del planeta’. Así es como JR, el artista francés de la calle apodado con estas siglas, describe la relación entre Arte y espacio público.

Gráfitti y Arte Mural, ¿son lo mismo?

El debate está servido: muchos consideran que el Arte Urbano puede ser molesto porque rompe con el orden que existe en una ciudad. Una modalidad del Arte Urbano es el gráfitti, expresión transgresora del inconformismo y sinónimo de ilegalidad. El gráfitti como Arte no se debería identificar con los garabatos sin propósito alguno que, a menudo, contaminan las fachadas de nuestras calles. El gráfitti como Arte intenta transmitir un mensaje, idea o protesta a través de una intrincada y colorida manifestación visual, generalmente anónima.

Por otro lado, está el Arte Urbano Mural, una manifestación de la libertad de expresión, en una época en que la comunicación comercial domina el espacio público. El Arte Urbano Mural tiene carácter monumental y es, aparte de decorativo, fundamentalmente didáctico, pues intenta contar una realidad que entiendan todas las clases sociales. La técnica principal es la del fresco en fachadas y lugares a pie de calle, donde se sirve de un espacio común a todos para expresar ideas y transmitir belleza.

La Aldea o La Aldea del Portillo de Busto es un minúsculo pueblecito del municipio burgalés de Oña, situado en el norte de la provincia, en un cruce de caminos al pie del Portillo de Busto en su cara norte, en pleno corazón de los montes Obarenes.
Se supone que atravesó su término la calzada romana que unía Briviesca y Herrán por Frías.
El Portillo de Busto constituye uno de los pocos pasos naturales que cruzan los montes Obarenes y permiten la comunicación entre la comarca de Las Merindades y las inmensas llanuras cerealistas de la Bureba.
Existió en este lugar un núcleo habitado que recibía el nombre de Aldea cuyo emplazamiento coincidía con un pago situado al oeste del pueblo actual. Por el contrario, el lugar en el que hoy se asienta la población recibió en la Edad Media el nombre de Santa María del Aldea y perteneció al dominio monástico de San Salvador de Oña.
Su nombre aparece escrito por primera vez en el Cartulario del Monasterio de San Salvador de Oña en el año 1214.
En medio del pueblo su iglesia, dedicada a Santa María de la Expectación, aunque tiempo atrás lo estuvo a los Santos Cosme y Damián, tal vez por haberse trasladado hasta allí las imágenes de la ermita. El templo tal vez de las primeras décadas del siglo XIII, es de estilo indefinido, muy pobre, de una nave con restos románicos en su ábside.
En La Aldea podemos encontrar un reducto dedicado al arte, un amplio espacio expositivo montado por la Asociación Imágenes y Palabras.