Iglesia parroquial de San Juan Bautista, HUERMECES

Construida en estilo neoclásico del siglo XVIII por Fernando González destaca su planta de cruz griega y encima del crucero su cúpula es semiesférica. Se realiza la obra sobre una anterior iglesia gótica.
Su iglesia está dedicada a San Juan Bautista, patrón de la localidad, cuya fiesta se celebra con la tradicional hoguera el 24 de junio cada año. Así mismo es destacable San Isidro Labrador como fiesta importante debido al pasado y presente agrícola de la zona. La fiesta de San Lorenzo el 10 de agosto es la más conocida
La iglesia neoclásica de Huérmeces (1780-1783), constituye toda una excepción dentro del mayoritario mundo románico-gótico que domina la arquitectura religiosa de La Comarca.
Y no le queda a la zaga su impresionante retablo mayor (1624-1633), uno de los más importantes del periodo clasicista, tanto por la calidad de su ensamblaje como por su talla escultórica. Pertenece al tipo denominado romanista, con clara separación entre arquitectura y escultura, favorecida por la ausencia de decoración renacentista, predominando las líneas rectas.
HISTORIA DEL RETABLO
La idea de dotar de un retablo importante a la vieja iglesia tardogótica se plasmó ya en 1567, al concentarse la fabricación de un retablo mayor nada menos que a Rodrigo de la Haya, uno de los artistas que trabajaron en la catedral de Burgos. A la muerte de aquel, continuó con la obra su hermano Martín.
Los resultados obtenidos no debieron de ser los esperados, ya que a los pocos años (1614) la obra presentaba ya numerosos desperfectos, lo que llevó -tras varios pleitos- a plantearse el encargo de uno nuevo.
El nuevo retablo se ensambló entre 1624 y 1626, sobre todo por parte del maestro cántabro Sebastián González, aunque parece ser que también intervino Pedro de Sedano. El costo total de la arquitectura ascendió a 9.500 reales de vellón, pagados al maestro y herederos hasta 1637.
De la parte escultórica se encargó el gran maestro, también cántabro, Juan de Sobremazas, que fue capaz de completar la talla en otros dos años (1631-1633), casi al mismo tiempo que trabajaba en el retablo de Villasilos. El conjunto escultórico costó 5.700 reales.
Antes de asentar el retablo fue preciso construir el zócalo de piedra, labor de la que se encargó en 1626 el cantero Bartolomé de la Sierra. El retablo se adaptaba al testero poligonal de la primitiva iglesia tardogótica.
Suponemos que por imperativos presupuestarios, las labores de pintura y dorado no se suscribieron hasta el año 1644, y fueron realizadas por los artistas Pedro Delgado y Juan de Aguilar, costando 10.566 reales.
La totalidad de la obra no estuvo concluida -y pagada- hasta 1648, cuando se procedió a ensamblar el altar sobre el zócalo por medio de los correspondientes andamiajes.
Pero aún surgieron nuevos avatares. En 1663 se encargó una nueva imagen de San Juan Bautista, no sabemos si por que la anterior no fuera del agrado de la parroquia o por que aquella hubiera sufrido algún percance.
Luego siguieron casi ciento veinte años de quietud hasta que, en 1780, fue preciso desmontar todo el retablo, ya que la vieja iglesia tardogótica amenazaba ruina y era preciso levantar una nueva, la actual neoclásica. Durante los cuatro años que duraron las obras (1780-1783) la misa pasó a celebrarse en la hoy denominada "capilla" (entonces "salón de la casa de las troges"), también tardogótica. No sabemos si parte del retablo se ensambló en esta capilla o se apiló desmontado en otra estancia a la espera de que finalizaran las obras.
El retablo mayor no volvió a colocarse sobre el zócalo del nuevo ábside (ahora plano, no poligonal como el anterior) hasta el año 1793, diez años después de finalizadas las obras de la nueva iglesia. Fue entonces cuando se comprobó que faltaban algunas piezas, que debieron fabricarse de nuevo, aunque sin alterar en nada su estado original.
Finalmente, en 1832, Vítores de la Fuente, vecino de Santibáñez, colocó y doró un nuevo tabernáculo, de escaso valor artístico. Desconocemos si el anterior simplemente se deterioró o fue una víctima más del saqueo francés acaecido en noviembre de 1808, y que afectó a la totalidad del pueblo y, en especial, a su iglesia.
Columnas pareadas ARQUITECTURA Y ESCULTURA DEL RETABLO
Predominan las líneas rectas, con algunas excepciones: la hornacina central, ocupada por el santo patrón, dónde el entablamento se curva en arco de medio punto; en el primer cuerpo aparece un frontón curvo partido, encima del tabernáculo; por último, las cuatro tallas escultóricas exentas de las calles laterales se colocan en unos pequeños arcos de medio punto, entre columnas y entablamentos. El retablo, de considerables dimensiones, se organiza en tres cuerpos (horizontales), divididos en tres calles (verticales). Los soportes son columnas pareadas que sobresalen con respecto a las calles, salvo en los laterales del último cuerpo, que aparecen solas. Todos los fustes de las columnas son entorchados (estriados en espiral).
Cuerpo 1: capiteles dóricos Cuerpo 2: capiteles jónicos Cuerpo 3: capiteles corintios
Siguiendo la ortodoxia clasicista, los capiteles de todas las columnas siguen los tres órdenes:
-en el primer cuerpo: dórico -en el segundo cuerpo: jónico -en el tercer cuerpo: corintio
Los entablamentos son muy similares, con arquitrabes moldurados y frisos de decoración pictórica; en el primer cuerpo se añaden una serie de triglifos; las cornisas están provistas de dentículos y, en el tercer cuerpo, de pequeños modillones.