LUJOSO ABSIDE ROMÁNICO Primitiva iglesia de Santa Cecilia - Vista del Ábside, HERMOSILLA

LUJOSO ABSIDE ROMÁNICO
En el extremo occidental de la comarca de La Bureba y a la vista de los relieves montañosos que anuncian la cercanía de los Montes Obarenes se localiza Hermosilla. Como en la mayoría de las iglesias románicas del foco de La Bureba, en el templo predomina la vistosa piedra arenisca de color rojizo procedente de las canteras de la comarca. De la primitiva iglesia de Santa Cecilia solo ha llegado hasta nosotros la cabecera, fechada por los expertos en las últimas décadas del siglo XII y en la que destaca uno de los conjuntos escultóricos más notables del románico burgalés.
El ábside es de planta semicircular, está cubierto con la típica bóveda de horno y se alza sobre un poco marcado zócalo. Consta de tres paños, separados por columnas adosadas que cumplen, además de reforzar los muros, una marcada función decorativa. Otro elemento decorativo es la imposta que divide en dos pisos, a la altura del alféizar de las ventanas, los paramentos tanto del ábside como el aún visible del muro norte de presbiterio.
La cabecera conserva cuatro de las ventanas originales que se abrían en sus muros, ya que la quinta ha quedado oculta por la sacristía adosada al recto muro meridional del presbiterio. Todas ellas lucen el mismo esquema con arco de medio punto baquetonado sobre columnas acodilladas.
Es un placer disfrutar de la elaborada técnica con la que este anónimo artista trabaja sus variados temas iconográficos —monstruos, gallos, cabritillos, grifos, arpías, combates y dragones— y los acabados elementos vegetales de magistral labra. Estos últimos tienen una indudable inspiración en las aportaciones de los artistas borgoñones que revitalizaron el tardorrománico hispano a partir de los años 60 del siglo XII.
Pero además en el exterior de la cabecera de Hermosilla podemos admirar la obra escultórica dejada por un segundo artista conocido como maestro de Cerezo de Río Tirón. Lo primero que llama la atención es la variedad y calidad desplegada en los numerosos canecillos que coronan los muros del ábside y el presbiterio. Todos son admirables, pero por mencionar algunos destacaremos los bustos masculinos, distintos seres fantásticos y las representaciones de distintos animales, tanto domésticos como salvajes.