La Casa del Barco, el 57 de la calle Vitoria, BURGOS

La Casa del Barco, el 57 de la calle Vitoria, es una de las construcciones más singulares de la ciudad y «única», según la catedrática
Lena Saladina: «Es el recuerdo de un Burgos que en el primer tercio del siglo XX apostó por el progreso enlazándolo con el pasado

A nadie le pasa desapercibida. Su forma de proa, su ladrillo rojo y sus ventanas enmarcadas por pequeños arcos y triángulos como si de un castillo o un palacio de cuento se tratara contrasta con las edificaciones más contemporáneas que la rodean por todas partes. Es el número 57 de calle Vitoria, más conocido como la Casa del Barco, pues da la sensación de que la fachada que da a la Avenida de Cantabria es un buque a punto de zarpar.
Uno de los vecinos conserva la copia de la escritura de la compraventa de su parcela -documento fechado el 3 de mayo de 1939- de Nemesia, Alberto y Ricardo Gil Carcedo a Beatriz Fernández de Ullibarri ante el abogado y notario José María Hortelano de Urcullu, pero en el Archivo Municipal
se encuentra la memoria descriptiva firmada por el arquitecto Luis Martínez Martínez -autor también del Seminario Mayor y del edificio que hoy alberga la Delegación de Sanidad junto a la Plaza de Santa Teresa- y data del 12 de mayo de 1938, tal y como se puede comprobar en el visado de la Delegación
en Burgos del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.
Allí se describe que el edificio contará con un semisótano, planta baja y tres pisos, «distribuidas las dos primeras para locales y las de pisos para dos viviendas en cada uno «compuestas de comedor, dos dormitorios, cocina y w. c., todas ellas con suficiente capacidad y provistas de luz y ventilación directa», además de otros detalles técnicos como que la estructura es de «pisos en hierro con cargaderos de hormigón armado para apoyo de viguetas y voladizos de igual material». También se conserva el presupuesto que le dio a los dueños: 48.310 pesetas.
Para la profesora de la Universidad de Burgos Lena Saladina, catedrática de Arte Moderno y Contemporáneo, constructivamente supone «un avance tremendo, es lo que hacemos ahora, conservar el exterior del edificio con una estructura de pilares de cemento armado». De hecho, para ella, la Casa del Barco supone nada menos que «una proa al futuro». A su juicio, representa el despegue urbanístico de Burgos a comienzos del siglo XX enlazando con el País Vasco y Cantabria (entonces, Santander), pues está en el cruce de los caminos que conducen a ambas regiones.
Su estilo, explica la profesora, es historicista «mezclando elementos, porque tiene de medieval y de Renacimiento, es un popurrí», cuando en esa
época ya no se lleva este estilo sino el más racionalista, como el que se utilizó en el cine Avenida y el Hotel Condestable: «La arquitectura que se hace en Burgos en la Guerra Civil tiene que ver con la decisión de los rebeldes de reconstruir el país con otra imagen, volviendo, por eso, al
historicismo».
Y no le resulta extraño que su construcción comenzara en los últimos años de la Guerra Civil y terminara en plena posguerra -en 1943 se le añade un ático-: «En a aquellos años Burgos duplica su población al ser la capital de los sublevados; recuerda que los fascistas decían que por Burgos pasan todos los caminos del Universo. Cuando todo terminó ya fue otra cosa pero mientras duró la Guerra Civil fue una época gloriosa, de gran empuje».
La Casa del Barco se encuentra, pues, en un lugar fundamental que es el símbolo de la evolución empresarial de Burgos. Cerca había una fábrica de zapatillas muy importante, «en la que solo podían trabajar señoritas de buena reputación», es decir, que se encontraba relativamente cerca de la zona industrial que después se extendería por Gamonal: «Está en un punto crucial», insiste Saladina, para quien en 2016 la Casa del Barco «es el recuerdo de un Burgos que en el primer tercio del siglo XX apostó por el progreso pero enlazándolo con el pasado».