Castillo, BURGOS

El Castillo de Burgos es uno de los principales enclaves de esta ciudad. Se ubica en la cumbre del cerro del Castillo y recibe cada año la visita de cientos de miles de turistas.

Esta increíble fortaleza se encuentra en Burgos y está elevada a unos 75 m sobre el nivel de la propia ciudad. Cuenta la historia que fue obra del conde Diego Porcelos en el año 884, durante la Reconquista.

Su riqueza y belleza le ha dado el premio de Bien de Interés Cultural en el año 1949. Porque a pesar de que las tropas napoleónicas lo destruyeron en 1813, se llevó a cabo una restauración acometida en 2003.

Historia y orígenes
Detrás de esta maravillosa obra arquitectónica se encuentra el conde Diego Rodríguez Porcelos, quien eligió el cerro de San Miguel para construir su lugar de defensa y proteger al pueblo durante la Reconquista.

Sin embargo, más tarde fue controlado por los monarcas castellanos. De hecho, a lo largo de su historia se utilizó de muchas maneras diferentes. Una de ellas, como prisiónpara detener a personajes de rangos altos, así como para celebrar encuentros diplomáticos o de la propia corte.

Pero durante el reinado de Alfonso VIII se produjo una transformación del castillo. Algo que siguió con el mandato de Enrique IV, que decidió embellecer su fortaleza y sus murallas.

Si por algo se caracterizó este Castillo, es por cambiar tanto de manos. De hecho, pasó a ser propiedad de los Stúñiga, quienes estuvieron al cargo hasta el reinado de los Reyes Católicos. No sin antes producirse una serie de enfrentamientos, incluso con una guerra entre Isabel la Católica y Juana la Beltraneja; mientras los Stúñiga iban con Juana, el pueblo lo hacía con Isabel.

Con el reinado de Fernando el Católico, el Castillo fue convertido en fuerte de artillería. Pero lo peor llegó en el 1736 con Felipe V, cuando sufrió un incendio y quedó prácticamente derruido.

Su renacer empezó con los franceses, cuando lo usaron de emplazamiento estratégico militar. Fue Napoleón quien ordenó su reconstrucción en el siglo XIX; pasando a ser una importante guarnición del ejército en la Guerra de la Independencia.

El ataque del Duque de Wellington en 1812 al apoyar a las tropas españolas, puso fin al dominio Francés. Pero no se marcharon sin antes dinamitarlo en junio de 1813, quedando el castillo totalmente destruido. Aunque sí sobrevivió el rosetón de la Fachada del Sarmental.

Desde ese momento, el Castillo de Burgos se utilizó de manera ocasional durante las guerras carlistas. Pero, finalmente, se reconstruyó de manera parcial y se abrió al público en el año 2003.

Aunque antiguamente tenían dos puertas de acceso, en la actualidad se conserva una, por la parte oeste de la muralla.

En su interior encontramos una muralla con torres almenadas, de planta circular y rectangular. También destaca por sus motivos decorativos de estucados mudéjares, pudiendo ver algunos en el propio Arco de Santa María de Burgos.

La muralla también se complementa con la torre, el foso, el pozo y las galerías. Empezando por el pozo, es una preciosa obra de ingeniería medieval que destaca por sus sillares y que se remonta al siglo XII o XIV.

Mientras que, las galerías, conectadas con el pozo y la escalera de caracol, son sorprendentes. De hecho, cuenta la historia que se ponían trampas para dificultar su acceso; siendo la Cueva del Moro la única galería de la que se conoce el principio y el final, aunque también tiene trampa.

Antiguamente también estaba en su interior la? iglesia de Nuestra Señora de la Blanca. Pero quedó destruida en 1813. Sus restos fueron a parar a la parroquia de San Pedro de la Fuente.

Uno de los rincones cercanos que te recomendamos visitar, es el mirador del Castillo. Merece la pena subir todas y cada de las escaleras porque nos deleita con unas fabulosas vistas panorámicas de Burgos y de la Catedral. Además, arriba junto al parque hay una cafetería, para hacer una pequeña parada.


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