No lejos de Hurones, en las proximidades de
Villímar y a tiro de
piedra de la capital, en un escondido vallejo, se encuentra una poco conocida residencia propiedad de las Franciscanas Misioneras de María, destinada a la atención de las hermanas más ancianas después de su periplo por diversos lugares del mundo. La residencia, conocida por los lugareños como “los descalzos”, lleva el nombre de “
San Esteban de los Olmos”.
Ambas son pistas que nos conducen al origen del lugar, un antiguo
monasterio franciscano, cuya
historia se remonta al siglo XV.
Pocos vestigios quedan del antiguo
convento, apenas la valla perimetral y una especie de
torre con remates almenados y
escudos de los Sarmiento, restos de los antiguos
edificios.
Y si no queda apenas nada material, viene a pasar lo mismo con lo documental. Los textos que se conservan en relación a este monasterio hacen referencia fundamentalmente a la vida conventual y apenas nos ofrecen
información de valor histórico. Sin duda el carácter franciscano del monasterio, en el que la pobreza y austeridad eran notas predominantes, está entre las razones de esta situación.