Desde los comienzos la PLAZA DE VEGA, que debe su nombre al hecho de estar en la vega del río Arlanzón, era un lugar de tránsito rodado de muchisima importancia. En ella paraban las galeras o diligencias que desde la frontera francesa viajaban hacia París.
En el centro de la plaza, existían amplios pilones que servían para el abrevadero del ganado que tiraba de las galeras y los grandes carros que transportaban mercancías de un lado a otro de la península.
Con el paso del tiempo esos usos antiguos fueron desapariciendo al igual que sus construcciones, llegando a ser una de las mejores plazas de la ciudad.