En el centro de la ciudad de
BURGOS se puede encontrar uno de los
rincones más curiosos y emblemáticos: un
parque arbolado llamado el
Paseo del Espolón.
A un lado de él, podrá observarse el
río Arlanzón, sobre el cual se distribuye toda la ciudad y el cual antiguamente llegó a crear sobresalientes inundaciones a lo largo de todo su cauce. Al otro lado, se encuentran
edificios tan simbólicos como las agujas de la
Catedral de Burgos, el
arco de Santamaría o una hilera de refinadas
casas que bordean la parte Norte del Paseo del Espolón. Este Paseo es un lugar de recreo muy característico para los burgaleses, donde las tardes de
verano salen a pasear, siendo un punto de encuentro para ellos. Los turistas también se decantan por deleitarse caminando por los recónditos secretos que guarda este Paseo. Es en el corazón de la ciudad de Burgos donde se encuentra el TEMPLETE DE
MÚSICA.
El
quiosco del Paseo Marceliano Santamaría, también llamado templete de la música, tiene un aspecto circular con un tejadillo en forma de
cúpula, sostenida por unas pequeñas
columnas, capaz de resguardar a los componentes de una orquesta, de las condiciones meteorológicas adversas, como la
lluvia o la
nieve, para poder realizar las diferentes actuaciones previstas en él.
Se pone de manifiesto en su composición la influencia modernista. Esta edificación no es la única obra modernista que la ciudad posee. Es evidente la importancia para la constitución de la ciudad de Burgos algunos edificios como: “La
casa de Mercurio” situada en la
Plaza Mayor, en la cual destaca la saliente cabeza que representa al dios de la guerra para la mitología
romana o las nuevas
ventanas de “la Casa del Cordón”, sendas obras correspondientes al arquitecto Lampere. La época de construcción del primer templete situado en el Paseo de Marceliano Santamaría se data de finales del Siglo XIX, por lo que es evidente la posesión de esta estética modernista dentro de la obra artística.
Antiguamente, los templetes eran obras utilizadas con un carácter festivo, característicos del siglo XIX, sobre todo para conciertos de música que se podían celebrar al aire libre, la mayoría de ellos son creados, por dicha razón, en lugares como
parques o
plazas, al igual que ocurre con el quiosco de la música del Paseo de Marceliano Santamaría. La
historia de los templetes comienza en Inglaterra, en la época victoriana y un movimiento llamado Brass Band, que se representaba en estas edificaciones. Poco a poco, a lo largo de la historia, ganando en un espacio temporal y geográfico, se fueron creando cada vez mayor número de templetes. Y así es llegada la idea de un templete en la ciudad de Burgos.
El templete del Paseo Marceliano Santamaría es el único en la ciudad de Burgos. Uno de los hechos más sorprendentes de la historia de esta edificación, es la venta que el
Ayuntamiento de Burgos realizó del primer quiosco, situado en el mismo lugar que el actual.
Saturnino Martínez Ruíz fue el creador del proyecto del templete en el año 1896. En el año 1897, debido a que el Ayuntamiento no poseía suficientes fondos para la terminación de la obra del templete, el capitular Sr. Oliván ofrece 2.000 pesetas para que se finalicen la edificación del templete de la música. Este primer quiosco se colocó en el Paseo del Espolón, bordeado por los
árboles del
jardín. Fue en el año 1908, cuando el capitular Sr. Amézaga propuso una moción para que se pintase el
Puente de
san Pablo, el Puente de
Santa María, el Puente de Bessón, y también el templete situado en el Paseo del Espolón, debido a que se había deteriorado por las condiciones meteorológicas adversas características de la ciudad de Burgos, como lo son el frío y la nieve, además de abundantes
lluvias en las
estaciones de
primavera y
otoño.
Pero fue en los años 70 cuando se quitó este original templete, para colocarlo en el
Hotel Landa, situado a las afueras de la ciudad de Burgos, característico por su gran opulencia. Pero, tras observar la necesidad de una edificación de tales características para la ciudad, y debido a la mayoritaria queja de los ciudadanos de Burgos, que vieron como en un breve periodo de tiempo habían perdido un símbolo burgalés, se solicitó la construcción del actual templete de la música, utilizando los mismos planos creados por Saturnino Martínez Ruíz.