Puente de San Pablo (foto antigua), BURGOS

Las primeras noticias del PUENTE DE SAN PABLO nos llevan al año 1242. Se sabe que en ese año se procedió a su construcción, aunque pudo existir otro puente anterior. Recibe este nombre por hallarse próximo al convento dominico dedicado a San Pablo, hoy desaparecido, que se alzaba en la margen izquierda del río, justo en el lugar donde actualmente se ubica el Museo de la Evolución Humana.

Cruzado el puente, y antes de entrar en la ciudad, los viajeros se encontraban con la también desaparecida Puerta de San Pablo, que fue reconstruida en el siglo XVIII, y que daba acceso a la plaza del Mercado Mayor.

A lo largo de su historia, este puente fue reparado en varias ocasiones, debido a las múltiples riadas que lo derribaron con frecuencia. Destacan las actuaciones llevadas a cabo en el siglo XVI y las que se efectuaron en el siglo XVIII, a cargo del arquitecto Julián de Arbaiza.

A mediados del siglo XX la Corporación Municipal decidió ampliar la anchura del puente.
Coincidieron esos años con un momento de gran efervescencia cidiana en la ciudad. Por ello se pensó desarrollar, en torno al puente, una complejo proyecto arquitectónico-escultórico que honrara al Cid, diseñado por el arquitecto Fernando Chueca Goitia. Sólo se desarrolló en parte. El puente quedó exornado con ocho esculturas de personajes relacionados con este héroe. Para su realización se convocó un concurso nacional que fue ganado por Joaquín Lucarini, quien ejecutó en 1954, en la dura piedra de Hontoria, unas recias estatuas que se adecuaban muy bien a los cánones estéticos dominantes en este momento.

La disposición de las figuras a los lados del puente sugieren la fórmula escenográfica de un cortejo de piedra que acompaña al héroe en la salida de la ciudad hacia el destierro.
La primera escultura, en el pretil derecho del puente, es la de Doña Jimena, esposa del Cid, a continuación, aparece el abad del Monasterio de Cardeña: San Sisebuto. Le sigue la figura de Bengalbón (Abelgalbon), alcalde de Molina de Aragón, amigo del Cid. Contiguo está Jerónimo de Perigord, personaje que aparece en el “Cantar” como un ilustrado clérigo que se une al Cid en su lucha contra los moros, recibiendo el obispado de Valencia.

En el pretil izquierdo del puente de San Pablo encontramos a Diego Rodríguez, el único hijo varón de “Mío Cid”, “El Burgalés cumplido” Martín Antolínez, Martín Muñoz, conde de Coimbra y por último, Alvar Fañez Minaya, sobrino del Campeador y su hombre de confianza que le acompañara en todo su destierro.