Los Gigantillos: Hoy celebramos la festividad de San Lesmes Patrón y protector de la Ciudad, BURGOS

La Festividad de San Lesmes Abad se celebra el domingo de enero más cercano al día 30, es una de las más queridas por los burgaleses, pues constituye un homenaje al patrón de la ciudad y una ocasión para estrechar lazos con las localidades francesas hermanadas con Burgos, como Loudun. De origen francés, San Lesmes llegó a nuestra ciudad en el siglo XI como parte de séquito del rey Alfonso VI y aquí fundó el monasterio de San Juan Evangelista.

Este monje benedictino alcanzó gran renombre no solo por su labor social con peregrinos y ciudadanos burgaleses, sino también por el papel que desempeñó en el saneamiento urbano gracias a sus conocimientos de ingeniería, llegando a asesorar al concejo municipal sobre la desecación de zonas pantanosas e insalubles.

Por todo ello los burgaleses le escogieron como patrono, y es en las inmediaciones de la iglesia que lleva su nombre donde cada año se celebra su onomástica.

La corporación municipal y las autoridades francesas procedentes de Loudun recorren juntos el camino entre el Ayuntamiento y la iglesia de San Lesmes, escoltados por guardias vestidos de gala. Les acompañan los Gigantillos, danzantes, dulzaineros y peñas de la ciudad. Una vez allí tiene lugar la ceremonia religiosa, en la que el alcalde, en representación de todos los burgaleses, ofrece un cirio y panecillos al santo.

Tras el acto, los grupos folclóricos, danzantes y Gigantillos bailan y animan la fiesta, mientras se puede degustar chorizo, morcilla, vino y otras tapas, así como los tradicionales panecillos de San Lesmes. Conciertos y diversas manifestaciones culturales y deportivas se suceden los días anteriores y posteriores a esta festividad.

Los Gigantillos de Burgos. Son figuras de unos dos metros y medio de altura, que desfilan airosamente al ritmo que marca el “Pitero” con su pito y tamboril, representan a una grotesca pero simpática pareja de alcaldes serranos vestidos a la antigua usanza típica castellana.
La Representación Municipal Tradicional de la Ciudad de Burgos suele encabezarse por “LOS GIGANTILLOS DE BURGOS”, figuras de unos dos metros y medio de altura, que desfilando airosamente al ritmo que marca el “Pitero” con su pito y tamboril, representan a una grotesca pero simpática pareja de alcaldes serranos vestidos a la antigua usanza típica castellana.

Su rancia alcurnia desciende por vía directa de aquellas “tarascas y gigantillas” de las que ya hay noticias en 1242. Desde aquellas excéntricas efigies primitivas fueron adquiriendo el solemne abolengo representativo de nuestro patrimonio cultural solariego que hoy ostentan.

El Gigantillo lleva las características capa parda y faja roja, “sombrero castellano de velludo” y la vara representativa de su autoridad.

La Gigantilla va de elegante jubón recubierto por su mantón bordado, “chambra blanca”, amplia falda de percal con estampado de florecitas, delantal negro, pendientes y collar de gruesas bolas rematado en una cruz de plata, un ramo de flores en la mano y un coqueto ramillete en su escote, mientras que su “particular belleza” se ve realzada por un elegante repeinado con el típico “moño de picaporte” y su amplia sonrisa se ve aderezada con una graciosa verruga no desprovista de vello. En ocasiones se la engalana con su vestido de burgalesa.

Mientras que él transita tieso y grave, ella anda donairosa con salerosos contoneos celebrados por el público. En determinados momentos ejecutan sus danzas vernáculas donde la Gigantilla gira vertiginosamente dejando ver su elegante lencería con encajes hasta la rodilla.

El único Pitero que les acompaña viste de sobrio traje negro con sombrero de ala ancha rodeado de una larga cinta roja que termina a media espalda rematada de flecos dorados. Con inusitada habilidad pulsa el pito con la mano derecha de cuyo antebrazo cuelga el tamboril que redobla con la izquierda.

Una de sus danzas autóctonas y ancestrales son “las mochadas” donde la pareja baila con las cabezas juntas, proviene esta danza de la antigua costumbre -que ya no se practica- de sorprender a los incautos con golpes en sus cabezas por parte de la de los gigantillos, al respecto el pueblo se inventó una coplilla para acompañarla al son del pito y tamboril:

GIGANTILLOS DE BURGOS DELANTE DE LA CATEDRAL

Currucú, currucú, muchachillos,

que os cogen Los Gigantillos,

que os cogen a la descuidada

y os dan una fuerte mochada.

Mientras que otra tonadilla popular nos aclara aspectos de su relación marital:

“La Gigantilla es hembra del Alcalde Mayor;

pero todos por dentro, parecen un farol