Calle de Santa Águeda, BURGOS

Solo seis de cada cien calles burgalesas llevan nombre de mujer
La calle de Santa Águeda es una vía poco transitada, que se encuentra en la zona más tranquila y quizá más deshabitada del centro histórico de la ciudad de Burgos. En su primer tramo circulan vehículos, pero más adelante se convierte en peatonal. No existen apenas establecimientos comerciales y hosteleros, por lo que el paseo por ella se presenta de lo más tranquilo y nos prepara para encontrarnos al final del camino con la majestuosa fachada gótica de la Catedral de Burgos en la Plaza de Santa María. Discurre paralelamente a la Calle Fernán González y la Avenida de los Cubos a los pies de la colina donde se sitúa el castillo. Ya en la zona peatonal de la calle se encuentra la Iglesia de Santa Águeda, llamada también de Santa Gadea, donde dice la leyenda que tuvo lugar “La Jura de Santa Gadea”, tal y como se puede leer en un placa a la entrada de la Iglesia: “En esta iglesia de Santa Gadea prestó el rey Alfonso VI ante el Cid Campeador su famoso juramento”.

Tal juramento aparece descrito el Cantar del Mío Cid, pero como tantos otros relatos del romancero, parece ser del todo ficticio. En el romance XX podemos leer:

"En Santa Gadea de Burgos
do juran los hijosdalgo,
allí toma juramento
el Cid al rey Castellano,
sobre un cerrojo de hierro

04 enero 2015 2
y una ballesta de palo.
Las juras eran tan recias
que al buen rey ponen de espanto. [...]
Allí habló un caballero
de los suyos más privado:
- Haced la jura, buen rey,
no tengáis de eso cuidado,
que nunca fue el rey traidor,
ni Papa descomulgado.
Jura entonces el buen rey
que en tal nunca se ha hallado.
Después habla contra el Cid
malamente y enojado:
- Mucho me aprietas, Rodrigo,
Cid, muy mal me has conjurado,
más si hoy me tomas la jura,
después me besarás mi mano [...]"

Tal juramento, de haber sucedido, habría tenido lugar en el año 1072, después del asesinato de Sancho II, rey de Castilla durante el asedio de la ciudad de Zamora. En esta época la Península Ibérica estaba dividida en los territorios dominados por el Al-Ándalus y los reinos cristianos al norte. Las taifas eran reinos débiles enfrentados entre ellos que recurrían a los reinos cristianos en busca de protección a cambio del pago de unos tributos o parias. Los reinos cristianos también estaban fragmentados, sobre todo después de la muerte de Fernando I, rey de Castilla y León. Antes de morir, dejó establecida la partición de su reino entre sus hijos, lo que no consiguió evitar la guerra entre ellos. Sancho, el primogénito y rey de Castilla venció a su hermano García, rey de Galicia, y a su hermano Alfonso, rey de León, quien se refugió en la taifa de Toledo, que se encontraba bajo su protección. Zamora se resistía bajo el dominio de su hermana Urraca, que a su vez contaba con el apoyo de Alfonso. Sancho asedió la ciudad y allí fue asesinado por un caballero zamorano que le tendió una trampa. En la ciudad y posteriormente en todo el reino, corrió el rumor que de que el asesinato había sido promovido por la propia Urraca y, por ende, por Alfonso. Este último, como segundo hijo, se hizo con todos los territorios que habían sido de su padre.

La sospecha de la implicación del rey en el asesinato de su hermano pudo llegar también al Cid, quien había sido caballero y hombre de confianza de Sancho II en cuya corte se había criado desde niño. La leyenda cuenta que el Cid, le hijo jurar a Alfonso VI su inocencia para poder confiar en él y poner a su servicio sus armas. Sin embargo, la historia contradice este relato porque si bien el rey y don Rodrigo tuvieron sus desavenencias por las que el Cid fue desterrado en dos ocasiones, esto no ocurrió hasta el año 1086. De hecho, el Cid aparece en todas las campañas militares dirigidas por Alfonso VI hasta el primer destierro.
Aunque este juramento no haya sido real, sí es probable que don Rodrigo Díaz de Vivar visitara con frecuencia esta Iglesia, que por aquel entonces no era la iglesia gótica que hoy existe. Se trata de una sencilla iglesia de una sola nave y capilla lateral, construida en su mayor parte durante los siglos XIV y XV. Adquiere protagonismo en dos momentos al año. El primero durante la Semana Santa, de donde sale el Sábado Santo la imagen de Nuestra Señora de la Soledad para recorrer las calles de la ciudad en la silenciosa noche. El segundo tiene lugar durante el verano, cuando la compañía burgalesa “Ronco Teatro” rememora de manera teatralizada los hitos más importantes de la vida de El Cid, entre los que se encuentra la “Jura de Santa Gadea”. Tras pasear por esta calle, estaría bien continuar el paseo cidiano atravesando el Arco de Santa María donde se puede ver una reproducción del fascímil del Cantar. En el contiguo paseo de El Espolón, en el edificio de la diputación podemos ver a El Cid en los murales del artista burgalés Vela Zanetti para acabar en la Plaza del Cid, presidida por la majestuosa estatua ecuestre de este legendario caballero castellano. Disfruten del paseo.