Por una larga escalinata se llega a la sencilla entrada de una de las más hermosas
iglesias góticas de la ciudad, la
parroquia que tiene por titular a
San gil, abad. Tiene tres naves y, además, disposición de
cruz latina, con varias y muy interesantes
capillas. Todo ello llega a sumar 1800 m² con una altura máxima de 25 m. Esta edificada en los siglos XIII-XIV y las más ricas
familias dispusieron allí sus enterramientos, esculpidos por las más valiosas firmas del momento: Siloé, Colonia y Vallejo, que trabajaron también en las capillas. Sus
ábsides son rectangulares; la
portada gótica, sencilla, con tres arquivoltas,
arco rebajado y tímpano y la
torre es cuadrada, pero está inacabada. En su
pila renacentista, del siglo XVI, fue bautizado el beato Diego luis de San Vítores y el Abad Maluenda. El
retablo mayor es barroco, pero tiene en sus capillas otro
gótico con una talla de la
Virgen, obra de Gil de Siloé y otro renacentista. Son de destacar dentro de la
Iglesia la imagen del
Santo Cristo, regalo de San Juan de Mata, fundador de los trinitarios, una Piedad de gran mérito, obra de Gregorio Hernández, que cada año sale en
procesión en la tarde del Jueves Santo, sus valiosas
rejas (algunas llevadas desde la iglesia de
Santa María la Real y Antigua, después de su reforma), sus sepulcros y el
rosetón que corona la
capilla de la Natividad.
En su territorio tiene su residencia una comunidad de padres Claretianos, otra de religiosas Angélicas, con residencia de mujeres mayores y otra de Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. Su feligresía no llega a los 3000 habitantes y sus libros parroquiales comienzan en 1520