Luis Sito El madero ese, siempre que paso por allí, me manda parar. No se si es que me tiene manía... o que.! Yo le miro por el rabillo del ojo, y sigo palante despacio, y como no me dice nada, y no me pide documentos... pues sigo mi
camino. ¡Pero que tío! ¡siempre me hace la misma!. ¡Ni que estuviera puesto por el ayuntaniento!