Al descender por las
escaleras que bajan a la
plaza de
Santa María se puede contemplar la
fachada occidental del templo, inspirada en las de las
catedrales de París y Reims.
En el cuerpo inferior se abre la
Portada de Santa María, formada por tres
arcos apuntados y abocinados que cobijan la
Puerta Real, o del Perdón, el central, y las de la Asunción y la Inmaculada, los laterales. Esta portada era obra del siglo xiii y, con su iconografía dedicada a la
Virgen, estaba considerada como la más importante manifestación escultórica de estilo
gótico en Castilla, pero su grave deterioro obligó a reconstruir austeramente las
puertas laterales, en 1663 por Juan de Pobes, y la central, en estilo neoclásico, con vano adintelado y
frontón triangular, en 1790; en los tímpanos de las laterales se colocaron los relieves de la Concepción y la Coronación, salidos de la mano de Juan de Pobes, y en las enjutas, dos arquillos laterales dobles que cobijan sendas estatuillas.
Fachada de la
catedral iluminada.
El segundo cuerpo de la
calle central de la fachada es obra del siglo xiii y en él se abre un
rosetón de aire cisterciense, con tracería de estrella de seis puntas, o de sello de Salomón. En el tercer cuerpo de la misma calle se abre una elegante galería, jalonada por sendas agujas y varios pináculos, y formada por dos grandes
ventanales con maineles y tracería de tres óculos cuadrilobulados; bajo los ocho arquillos que forman los maineles de ambos arcos están colocadas las
estatuas de los ocho primeros reyes de Castilla, de Fernando I a Fernando III. Corona la calle una fina barandilla-crestería de arquillos ojivales sobre la que se alza una
estatua de la Virgen con el Niño, acompañada de la leyenda, alusiva a la Madre de
Cristo, Pulchra es et decora. Este remate fue realizado a mediados del siglo xv por Juan de Colonia.