Ocho siglos de
historia
Esta
catedral tiene el honor de ser la primera española construida en estilo
gótico clásico y de seguir los modelos franceses.
Burgos en el siglo XIII era una ciudad activa y floreciente, que ya formaba parte del
Camino de Santiago y por supuesto, con una catedral pero de estilo
románico. El obispo burgalés Don Mauricio tuvo un papel crucial en la construcción de la nueva catedral. Su formación en la Universidad de París le permitió conocer de primera mano las impresionantes novedades del estilo gótico de
Francia. Además, la buena relación con el rey Fernando III contribuyó a que éste aportara generosas donaciones. Tras colocar la primera
piedra en 1221 y salvar algunas dificultades financieras, las obras avanzaron rápidamente. En menos de 40 años lo esencial de la estructura estaba terminado y se pudo consagrar la catedral.
El resultado fue una espectacular construcción de planta basilical en forma de
cruz latina cuyo interior filtraba la luz a través de sus bellas
vidrieras. Su altura y grandiosidad estaba concebida para ser vista desde la lejanía por encima del resto de las construcciones. No obstante, no fue hasta el siglo XV cuando aparecieron los elementos más característicos: las agujas caladas y el primer cimborrio (la
torre erigida sobre el crucero). El obispo burgalés Alonso de Cartagena trajo de tierras germanas, donde desempeñó varias misiones, a Juan de Colonia. Este arquitecto es quien inició las más importantes transformaciones de la catedral desde sus orígenes, siguiendo el modelo gótico germánico y dotándola de una fisonomía mucho más vertical.
Burgos en el siglo XVI continuó siendo una ciudad rica gracias a la exportación de la lana a los países del norte. Las nuevas obras como la
escalera dorada, el
retablo mayor de la
capilla del Condestable, y el nuevo cimborrio fueron realizadas por artistas formados en el estilo renacentista. Durante los siglos XVII y XVIII se edificaron nuevas
capillas de estilo barroco. Ya en la guerra de la Independencia, la catedral fue expoliada por las tropas francesas, y años más tarde, el
edificio cayó en cierto abandono. En 1885, fue declarado
Monumento Nacional, se emprendieron las restauraciones que lo salvaron de la
ruina.
Gracias a minuciosas transformaciones desde 1984, en que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, ahora se puede disfrutar de una de las joyas más emblemáticas del gótico español.
Por la
puerta grande
Antes de acceder a la catedral, en la
plaza Rey
San Fernando, es casi obligado acercarse a la famosa
estatua del Peregrino. Este bronce sentado en un banco de espaldas a la catedral está esperando a que el viajero se siente a su lado para hacerse la
foto, pero es mucho más que una anécdota. Es el símbolo del Camino de Santiago y recuerda que aquí los peregrinos, ya en el siglo XIII, entraban en Burgos por la puerta de San Juan, que se abría en la antigua
muralla. El Camino los conducía hacia la catedral, uno de los mayores
monumentos en la ruta hacia Santiago
A punto de entrar por la
Portada del Sarmental, la más antigua de las cuatro, merece la pena detenerse unos minutos y sorprenderse con un conjunto escultórico repleto de detalles. La puerta de madera queda dividida por la
escultura de un obispo con mitra estrellada, y por encima, aparece la figura del Cordero Místico. En el dintel, se encuentran los 12 apóstoles y en el tímpano (entre el dintel y el
arco) se representa
Cristo en Majestad, junto a dos evangelistas con sus animales emblemáticos: San Marcos junto al
león y San Lucas al lado del
toro.