INICIO
Martes 2 de noviembre de 2010
Fieles Difuntos
INICIO
Job 19,1.23-27a: Yo sé que está vivo mi Redentor
Salmo: 24: A ti, Señor, levanto mi alma
Fil 3,20-21: Transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo del suyo
Mc 15,33-39;16,1-6: Jesús, lanzando un grito, expiró
Hoy hacemos memoria de los fieles difuntos, de aquéllos que están gozando de la presencia plena del Padre. No es que estemos festejando el dominio de la muerte en nuestras vidas, como si la muerte fuera el destino último de la humanidad, como si la muerte tuviese la última palabra; el evangelio de este día nos confirma, a través de la resurrección de Jesús, que la vida está por encima de la muerte. La vida es el destino de la humanidad, pues es el querer de Dios, es su proyecto; y es este proyecto el que Jesús vivió y proclamó: que todos y todas tuviéramos vida abundante y digna. Los que presenciaban la agonía de Jesús en la cruz creían que era la derrota de un hombre y de un proyecto, no la donación de una vida a favor de la humanidad; el único que confiesa la acción salvífica de Dios efectuada en Jesús es el centurión romano: Realmente este hombre era Hijo de Dios; esta confesión nos lleva a afirmar que la muerte, y con ella todos los sistemas que ciegan la vida, es derrotada. Por lo tanto, la fe que confesamos debe estar apoyada por verdaderas acciones que defiendan la vida, tal como lo hizo Jesús de Nazaret.
, buenas noches
Martes 2 de noviembre de 2010
Fieles Difuntos
INICIO
Job 19,1.23-27a: Yo sé que está vivo mi Redentor
Salmo: 24: A ti, Señor, levanto mi alma
Fil 3,20-21: Transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo del suyo
Mc 15,33-39;16,1-6: Jesús, lanzando un grito, expiró
Hoy hacemos memoria de los fieles difuntos, de aquéllos que están gozando de la presencia plena del Padre. No es que estemos festejando el dominio de la muerte en nuestras vidas, como si la muerte fuera el destino último de la humanidad, como si la muerte tuviese la última palabra; el evangelio de este día nos confirma, a través de la resurrección de Jesús, que la vida está por encima de la muerte. La vida es el destino de la humanidad, pues es el querer de Dios, es su proyecto; y es este proyecto el que Jesús vivió y proclamó: que todos y todas tuviéramos vida abundante y digna. Los que presenciaban la agonía de Jesús en la cruz creían que era la derrota de un hombre y de un proyecto, no la donación de una vida a favor de la humanidad; el único que confiesa la acción salvífica de Dios efectuada en Jesús es el centurión romano: Realmente este hombre era Hijo de Dios; esta confesión nos lleva a afirmar que la muerte, y con ella todos los sistemas que ciegan la vida, es derrotada. Por lo tanto, la fe que confesamos debe estar apoyada por verdaderas acciones que defiendan la vida, tal como lo hizo Jesús de Nazaret.
, buenas noches
