No sería justo que los discípulos no recordáramos a los maestros que en el
arte de jugar a la calva hemos tenido en el
pueblo:
Flores, Catalán, Pablo, Tirso, Casimiro, Luciano, Mele, e incluso
Frutos (que innovó con su lanzamiento sin parábola, de trayectoria casi horizontal paralela al suelo). El resto, mediocres pero voluntariosos, tambien hemos colaborado a que se mantenga la
tradición de jugar a tan singular
deporte en el pueblo, aunque desgraciadamente cada vez menos.