LAS BERLANAS: «Si no se toman medidas, se comerán todo el regadío»...

«Si no se toman medidas, se comerán todo el regadío»
La experta atribuye el exceso de topillos a la ausencia de tratamientos en los últimos años
SONIA ANDRINO/VALLADOLID

Ana Blanca García. / E. DEL RíO

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Con apenas diez centímetros de largo y cuarenta gramos de peso, los topillos han puesto en pie de guerra a los agricultores vallisoletanos -y de toda la región-. A juzgar por los resultados, a menos a día de hoy, parece que David aún gana a Goliat. Ana Blanca García es técnico superior de Química Ambiental y trabaja en la empresa IBYSAN, una industria que hace estudios sobre los roedores y que ha ideado un producto (el IBYS191-B) que actúa contra la plaga. Dicen que lo mejor para resolver un problema es conocerlo a la perfección. Ana da fe de ello. Domina como nadie el mundo de los topillos.

-¿Qué es un topillo?

-Es un roedor que ha bajado de la montaña y se ha instalado en la llanura. Las condiciones climáticas han favorecido esa bajada porque han visto que no tenían frío y en las cavidades que hay en la tierra se han ido reproduciendo. Desde hace dos o tres años han estado procreando, es decir, que hay millones de topillos debajo de la tierra.

-¿Cómo viven?

-Son familiares. Comen, duermen y se reproducen en el mismo sitio, pero si van encontrando comidas mejores se desplazan. Procrean tan rápido que para que te hagas una idea, una pareja en tres años puede tener unas 120 crías. Lo vas multiplicando y resultan 2.700.000 crías solo de una pareja, y, lo peor es que, como no se ha hecho ningún tratamiento, aparecen por doquier. Yo creo que lo ideal para evitarlo es hacer tratamientos en otoño y primavera con un producto que sea el menos dañino para el entorno.

-Cuando se llegan a las zonas sembradas, ¿cómo actúan?

-Se comen los tallos, la raíz Acaban con todo. Sobre todo un brote blandito, la patata, la remolacha, el trigo, la cebada, ... Ellos comen y se van a su casa. Duermen. Y pueden andar hasta dos kilómetros para buscar comida. No les importa. Por eso se mueven las colonias. Eso sí, cuando hacen una camada grande, la aquel se llena y se dice que siempre están en corro, porque hacen colonias familiares en círculo. Siempre están buscando la humedad y más comida, por eso a los lados de los ríos siempre suele haber. Y por eso también hay que limpiar los cauces.

-¿Cómo se pueden erradicar?

-Hay muchas cosas. La clorofacinona se está utilizando desde hace treinta años, pero hay otros productos en el mercado como la bromodiolona. Nosotros tenemos un preparado en bolsas de cincuenta gramos de trigo entero con bromodiolona y un amargante que hace que otras aves no lo coman. Los topillos la cogen al llamarles la atención el sabor -que hemos estudiado previamente para hacérselo atractivo-, lo prueban, lo llevan a la aquel y allí se lo comen. Entonces, al ser un anticoagulante de segunda generación en dos o tres días mueren. Por eso hay sitios con malos olores porque ya se han muerto y se están descomponiendo. Hay algunos sitios en los que hay muchos y se han contado hasta dos mil por hectárea. Hasta ahora se usaba clorofacinona, pero la bromodiolona es seis veces más eficaz.

-¿Cómo debería utilizarse?

-Yo recomiendo a los agricultores que lo tiren en las tierras. Que hagan un primer intento tirando cinco kilos de esas bolsitas por hectárea. Primero haces un perímetro y echas esa cantidad. Tienes que ir controlando si desaparece. Si al día siguiente ha desaparecido, tendrás que volver a echar. Así hasta que queden. Me dicen «es que me los encuentro muertos», pero, claro, es que han comido, les gusta y se mueren hasta por fuera de la aquel.

-¿Cree que son ratones de laboratorio como se ha especulado?

-No, eso es mentira. Y tampoco es verdad que el Seprona los haya echado. Simplemente es que llevan muchísimos años sin hacer un tratamiento adecuado.

-¿Cuál puede ser el futuro?

-Si no se toman medidas se comerán todo el regadío, porque es que hay muchísimos...