No es el cielo, ni las nubes, ni la puesta de sol el mes de agosto,
Ni los pájaros negros de la torre, ni la aguda cigúeña en su nido,
Tampoco es la gente, ni el paredón del palacio, ni el fantasmagórico palacio
Ni el olvidado castillo, ni el gallo del reloj.
Es una palabra que mi madre me enseño en un grito de alegría y que aprendí a sentir a pensar y a querer, una palabra que llega hasta lo mas profundo del alma y que como una tela de araña me enlaza con mis paisanos y siempre llevo con orgullo en lo mas profundo de mi corazón esta palabra es ADANERO.
El Cojo de Castravales.
Ni los pájaros negros de la torre, ni la aguda cigúeña en su nido,
Tampoco es la gente, ni el paredón del palacio, ni el fantasmagórico palacio
Ni el olvidado castillo, ni el gallo del reloj.
Es una palabra que mi madre me enseño en un grito de alegría y que aprendí a sentir a pensar y a querer, una palabra que llega hasta lo mas profundo del alma y que como una tela de araña me enlaza con mis paisanos y siempre llevo con orgullo en lo mas profundo de mi corazón esta palabra es ADANERO.
El Cojo de Castravales.