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RIELVES: ¡Qué sorpresa tan agradable! ¡Ya ha aparecido la cabeza...

¡Qué sorpresa tan agradable! ¡Ya ha aparecido la cabeza pensante, el señor ATALAYA!
¿Pero por qué no firma con el psedónimo de ATALAYA? ¿Ya no le gusta? ¿O es que tiene algún temor inconfesable? ¿Ahora prefiere UN RIELVEñO QUE Sí TRABAJA POR RIELVES?
¡Qué gracioso es usted! Aún con lo que están haciendo tiene la falsedad de decir que es un rielveño que trabaja por Rielves. ¡Qué ironía!
Bueno a lo mejor tiene razón, porque trabajar, se puede trabajar bien y también mal, y yo desde mi modesta opinión creo que este trabajo al que usted se refiere no es el mejor ni el más deseable.
Al hacer esta afirmación a las pruebas me remito. ¿O es que va a tener el cinismo de contradecirme señor ATALAYA?
Yo no le discuto que durante estos 16 años de calamitoso desgobierno hayan podido hacer algunas cosas buenas, pero también muchas malas, muchísimas más que buenas, y usted lo sabe perfectamente.
Se han dejado llevar por el odio más puro, por la envidia más asquer0sa, por rencores pasados avivados en el fuego de sus mentes enfermas, por rivalidades de las índoles más peregrinas, etc.
Y por cierto amigo, yo no reto a ese figurín del ASTURIANO (a ese simple mandado, a ese simple exaltado, se me queda pequeño) yo te reto a ti, a esa boca prolífica de la verborrea más anodina que es trompeta de esa mente repleta hasta el techo de la maldad más absoluta. A ti que eres el diseñador de todos esos proyectos “terrr0ristas” que atentan contra el bien común y la fama de gente honrada, te reto a ti como ideador de la figura del ASTURIANO, en fin te reto a ti como adalid de todos esos patéticos personajillos manejados a tu antojo y movidos por esos hilos invisibles que con tu poder de convicción les has puesto.
Y no te quepa la menor duda te reto para vencerte, pero también te quiero aclarar ciertas cosas.
Yo jamás he tenido que recurrir al insult0 s0ez, fácil y gratuito como al que ha tenido que acudir usted en las manos de sus ssecuaces. Simplemente con palabras llanas e inteligibles por todos he podido expresar lo que siento. Los insultos se quedan para la gente sin don de defeensa verbal, para los que no saben decir media palabra del derecho, para los que su 0dio interno es tan vivo que para poder expresarlo han de recurrir a las deescalificaciones más deescabelladas, deniigrantes, faltas de gusto y de estilo.
Puedo decir bien alto y claro que no he insultado a nadie ni tampoco he acusado a nadie de malas formas, solo digo la verdad, lo que veo, lo que hacéis, ¿o no señor ATALAYA? Dígame si es tan amable que cosas he dicho que no estén ceñidas con el cinturón de la verdad. Tenga el valor de desmentirlo y si es verdad que me equivoqué, yo como un caballero, lo reconoceré y le pediré disculpas. Pero no creo que tenga ese valor, lo primero porque no es persona que le guste reconocer sus errores y más cuando estos errores son hechos adrede impulsados por la soberbia y el odio mas colosal que son los dueños de su ser.
Y no se impaciente por una intervención judicial, todo a su tiempo. Y si tu crees que estoy perdiendo el tiempo te equivocas rotundamente, las cosas van despacio pero por sendas seguras y sin escapatoria. Y cada cual rendirá sus cuentas, unos más que otros, y usted no va a ser menos.
Los motivos por los que recurro a este medio los he dejado claros desde el principio, informar de todos los asuntos poco calros que se producen en nuestro pueblo, en nuestro ayuntamiento.
Y como ciudadano y contribuyente tengo derecho a expresarme, a pedir cuentas y a exigir.
Y como bien decía alguien que escribió hace unos días, lo que pasa en el ayuntamiento nos concierne a todos y más si lo que se hacen son iinjusticias,
Y lo que haga cualquier otro ciudadano nos trae al fresco pero no lo que haga el señor alcalde y compañía cuando ejercen como tales.
Es decir, que motivos iinconfesables, no hay. Creo que soy bastante claro y conciso, ¿o usted creo que no?
Yo le comprendo, es que la verdad duele y mm0lesta, pero es de sabios rectificar, han tenido tiempo, pero le han dejado pasar cual agua corriente. Ya la suerte esté eechada, no hay ret0rno. Lo echo hecho está.
Yo cumplo mi deber como ciudadano ¿y usted cumple su deber como mandatario? Usted tiene más deberes y obligaciones para con el pueblo que yo, pero creo que cumple muy pocos y sino que lo digan los lectores. Que no son otros que los votantes. Ellos tienen la última y definitiva palabra. Su fama y reputación esta en sus manos.

CANUTO II.