Pues sí, Freddy, soy yo esa Esther de tu infancia que te acompañaba en todas las fantasías de tu inagotable imaginación. Yo, la que esperaba ansiosa la llegada de las vacaciones para jugar contigo.
El tiempo, a veces, congela los recuerdos, como se quedan las imágenes en las
fotos. Es curioso, pero pasan los años y el cariño infantil sigue vivo, dormido pero vivo.
Me alegro de comunicarme contigo, y espero que podamos vernos algún día en el
pueblo o, en su defecto, en alguno de mis viajes por tu
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