"Oiga, sr. Segurata, de verdad, ábrame, que he venido a visitar el
museo, y, en consecuencia, íntimamente relacionado con ello, sírvame un poco de champán, y a mi señora póngale un café. ¿Cómo? ¿Que no tiene champán? ¿Que no va a hacer nada de esto? ¡Se va a enterar usted! ¡Elevaré una queja a las más altas instancias interesadas, al todopoderoso
foro de este
pueblo! ¡Y ello lo remataré con un "Ajajá!!" que dejará boquiabierto a todo el mundo, escandalizado en grado sumo! ¡No me conoce usted a mí,
... (ver texto completo)