El mayor problema con el arzobispado lo tuvo el pueblo. Lo de Dios al dios y lo del César al César. Y precisamente eso hizo nuestro ayuntamietno mantenerse al margen. Quién somos nosotros para decirle al arzobispado lo que debe o nó hacer. La iglesia tiene su propia jerarquía y sus propias normas, y aquel párroco tenia el consentimiento del arzobispado. Lo que pasa es que mientras que bailen a nuestro son genial pero si nó, pues a hacerle la vida imposible al cura.