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CAMARENA: Madrid, 1936. El ministerio de la Gobernación,...

Madrid, 1936.

El ministerio de la Gobernación, la Dirección General de Seguridad, la Junta de Defensa y el Delegado de Orden Público habían dispuesto en un paraje solitario, al pie del Cerro de San Miguel, el fusilamiento de millares de presos de cárceles madrileńas. Cada noche, de madrugada, uno de los milicianos gritaba la lista de nombres de los presos que serían transportados desde su prisión, La Modelo, Ventas, San Antón o Porlier, atados y amordazados, hasta su destino trágico en aquel campo de fusilamiento.

Esas gentes no eran delincuentes, ni asesinos del bando nacional, ni chivatos. Eran nińos, mujeres, ancianos, trabajadores, estudiantes, al fin y al cabo, personas normales. Entre esos civiles no encontraremos, pues, nombres de golpistas ni de combatientes, sino de espańoles tan geniales como Pedro muyńoz Seca o Ramiro de Maeztu.

Asesinos, pagad por vuestros crimenes! Ni olvido ni perdon, Carrillo al paredon!