La noticia de esta fundación se ha continuado en escritores de autoridad y en la
tradición constante de nuestros ciudadanos, reforzada con
monumentos y
fábricas que hasta hoy permanecen. Estas son una gran
casa o fortaleza al costado septentrional de la ciudad, que se nombró de Hércules, por fundación suya, hasta los años mil y quinientos y trece del nacimiento de Jesucristo, que entrando a habitarla monjas dominicas (como diremos aquel año) comenzó, a nombrarse
Santo Domingo el Real, como hoy se nombra.