Es extraño. El fuego está apagado. Pero puedo recordar las noche de invierno y el crepitar de la leña algo verde todavía. La serenidad de la charla amena, prendido el ingenio en la natural sabiduría. Algún viejo hasta encendía el cigarro con un tizón en las tenazas. Ahora no está la lumbre, no. Tampoco están las brasas finales que ocultaban unas cuantas patatas entre las cenizas asándose. ¿Qué arde ahora? ¿Qué chimenea lanza el humo desde el fogón con los troncos en llamas? Resulta sorprendente este ... (ver texto completo)