En los
veranos de los años 50 era frecuente ir con la
familia y
amigos a pasar un día al
río. Se solían aprovechar
fiestas como el 18 de Julio, Santiago, que se acababa la
trilla u otro motivo. Normalmente íbamos al
puente de madera donde había una pradera con buenas
sombras y el río, aunque con poca corriente, tenía dos o tres pozas que permitían bañarnos y remojarnos bien, pasando un día de lo más divertido. El viaje lo hacíamos en
carro y nada más llegar nos poníamos a coger cangrejos pata la
... (ver texto completo)