VALFERMOSO DE TAJUÑA: Buenas tardes Mariano, me alegra verte de nuevo por...

Querido amigo "Libertad" y todos los demás amigos y revola@s, acabo de leer tu historia de la famosa discusión con los abuelos sobre los estudios, y el trabajo, y sobre todo la rotura del botijo. A quién no se le ha roto un botijo cuando le mandaban a por agua, a la fuente de la plaza y sobre todo a la fuente Quiñoría, os voy a contar una historia que me ocurrió en mi niñez allá por mediados de los años 60, creo que ya ha llovido algo.
Como vien cuentas en algunas de tus historias, siempre que saliamos de la escuela, primero era hacer los deberes, merendar y después jugar, antes de ir a jugar mi madre me dijo, tienes que ir con el botijo a por agua a la fuente de la plaza, y yo la contesté, no te preocupes, que voy a jugar un rato y luego voy con al botijo a llenarlo de agua a la fuente. Pasó la terde y vino la noche y cuando llegué a mi casa, estaba mi madre esperandome para que fuese a por agua con el famoso botijo, cogí el botijo y me dirigí a la fuente de la plaza, pero cual fué mi sorpresa que al llegar a ella, no había agua, pues como sabrás todas las noches a eso de las 9 de la noche más o menos, el señor Jose, creo que era él, se encargaba de ir a cerrar la llave, al depósito, y cuando yo llegué ya no había agua. Volví con el botijo vacío a mi cas, y mi madre me dijo. no traes agua, pues ya sabes, ahora tienes que ir a por ella a la Fuente Quiñoría, y allí estaba yo con unos 11 o 12 años, bajando de noche por todo el mundo con el botijo a por agua a la Fuente Quiñoría, más de uno se puede imaginar como bajaba, ni Mariano Haro en sus tiempos, ni ahora ningún etiope ni keniata, me ubiese ganado en esa más o menos milla, mis piernas parecían alas, y no digo nada de mi vista y oidos,, miraba por todas direcciones, aunque la verdad de poco me servía, pues no se veia nada, pero el miedo es libre, y no veía la hora de llegar a la dichosa fuente, un vez allí, me dispuse a llenar el botijo lo más rápido posible, lo llené en el caño más cerca del pueblo, por el que simpre caía más agua, pero ya os poideía imaginar, miraba a todas direcciones, y estaba con los oidos afinados ante cualquier ruido, cuando estaba a medio llenar, oí unos ruidos como de mulas, al pronto reconozco que me asusté, pero luego ví quien era y ya me tranquilizé, pues era el Sr. Felipe "El Brozas", marido de la señora Eugenia. Se acercó a dar agua a las mulas pués supongo que vendría de la faena diaria, ya camino del pueblo. Me dijo que que hacía allí tan tarde, cogiendo agua con el botijo, yo le expliqué lo que me había pasado, y claro el lo comprendió.
Terminé de llenar el botijo y él de dar agua a las mulas, y los dos subimos andando, él con su yunta de mulas y yo con el botijo, hacia el pueblo.
A partir de aquel día os puedo asegurar, que ya no se me volvió a olvidar, llenar el botijo de agua de la fuente de4 la plaza.
Un saludo
El Duende Caste-Barto.

Buenas tardes Mariano, me alegra verte de nuevo por tu pueblo y sobre todo leerte, como me gusta leer a mi amigo Juan, la verdad que los relatos que contais, recuerdos de vuestra infancia son bonitos, te imagino a esas horas con mas miedo que verguenza, debo confesarte que a mi me hubiera pasado lo mismo, como tu dices el miedo es libre, y los dedos se me habrian hecho huespedes, no se yo si hubiera vuelto con el botijo entero o sin botijo..

un abrazo y seguir contando esas historias que a todos traen recuerdos