MIS PALABRAS CALLADAS DE UN PUEBLO DE LA ALCARRIA
Prosaicas, como ordenanzas municipales;
confusas, como la escritura del médico;
vacías, como las miradas huecas de las calaveras;
falaces, como la fingida sonrisa del político;
inútiles, como lluvia que cae sobre el océano.
Así son mis torpes palabras, huérfanas de poesía.
Pero, dentro de mí, hay palabras calladas, hermanas del silencio, del sollozo y la lágrima.
Palabras nunca dichas, apenas balbuceadas, que tienen como cómplices el gesto y la mirada.
Palabras ancestrales, anteriores al habla, que no exigen la lengua para ser pronunciadas ni requieren oídos en quien quiera escucharlas.
Palabras no aprendidas, que surgen espontáneas y lanzan su mensaje directamente al alma.
Espía del silencio, cuando la noche calla, las oigo en mi entresueño y las olvido al alba, y cuando, al despertar, intento recordarlas, percibo un vago eco de música lejana que quiere desvelarme el secreto que guardan las palabras no dichas que duermen en mi alma.
Son mis otras palabras, mis palabras soñadas.
Mi corazón escucha su música callada, pero mi torpe lengua no sabe interpretarla.
Prosaicas, como ordenanzas municipales;
confusas, como la escritura del médico;
vacías, como las miradas huecas de las calaveras;
falaces, como la fingida sonrisa del político;
inútiles, como lluvia que cae sobre el océano.
Así son mis torpes palabras, huérfanas de poesía.
Pero, dentro de mí, hay palabras calladas, hermanas del silencio, del sollozo y la lágrima.
Palabras nunca dichas, apenas balbuceadas, que tienen como cómplices el gesto y la mirada.
Palabras ancestrales, anteriores al habla, que no exigen la lengua para ser pronunciadas ni requieren oídos en quien quiera escucharlas.
Palabras no aprendidas, que surgen espontáneas y lanzan su mensaje directamente al alma.
Espía del silencio, cuando la noche calla, las oigo en mi entresueño y las olvido al alba, y cuando, al despertar, intento recordarlas, percibo un vago eco de música lejana que quiere desvelarme el secreto que guardan las palabras no dichas que duermen en mi alma.
Son mis otras palabras, mis palabras soñadas.
Mi corazón escucha su música callada, pero mi torpe lengua no sabe interpretarla.