Tras la dura ascensión por el
sendero llamado de ‘
Carretas’, solado de irregulares
piedras de pizarra negra, salpicado de hojas resbaladizas y flanqueado de múltiples hayas,
pinos, robles, sauces, majuelos…, al fin llegamos al
mirador. Allí nos recibió el amable sol del mediodía, que filtrado a través de una ligera llovizna de inexistentes nubes, hizo que la magia se extendiera al infinito. Además los ‘dueños’ del
Parque, nos obsequiaron con la proyección holográfica de un
monumental e incomparable
ARCO IRIS…