Hola Campillo:
Tú eres mi
pueblo. En tus
calles aprendí a andar, a correr, a jugar al "marro" en la
plaza, a
bailar en los días de
fiesta, a tocar las
campanas (la Gorda, la mediana o Catalina, el Campano) en las solemnidades. Yo era monaguillo los domingos, cuando había que repartir en misa las migas del
pan bendito y ofrecer el portapaz a cada feligrés, para que lo besara, a la vez que decíamos (sin saber lo que decíamos):"Pax tecum". Y, en los
veranos, era también el monaguillo de de. Valentín
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