La ermita de San Cristóbal vuelve a mencionarse en el acta de visita del año 1518, cuando los visitadores ordenaron concluir su atavío: poner un frontal en el atar, preparar el retablo, echarle suelo, colocar puertas y cerradura, disponer un cepo para las limosnas, y señalar una persona que las solicitase a los vecinos del pueblo. Estaba a cargo del concejo, no tenía renta, y gozaba de gran devoción entre los vecinos del pueblo. [51].