Las constumbres de Albares, poco a poco se van perdiendo, al creer son poco importantes. Trataremos de recordar algunas: Todos conocemos y hablamos de cosas y costumbres que vivimos actualmente, enfocándolas según nuestra óptica, contándolas o comentándolas a nuestros convecinos con mejor o peor visión. Pero tenemos otras olvidándose poco a poco, sencillas, igual de entrañables, que en muy poco tiempo se están perdiendo y sería bueno recordar.
Hasta hace muy poco se juntaban las mujeres en el mes de Mayo, en la ermita de la Concepción, rezaban y cantaban unas canciones antiguas, casi olvidadas, trasmitidas de generación en generación, llamadas “Flores”. En Cuaresma se juntan igualmente, para subir al Cerro y rezar las “Cruces”.
Las costumbres gastronomicas entre otras a recordar; Había en Albares tres “Molinos de Aceite”. Estuvieron funionando hasta finales de los años cincuenta. Debido a la continuidad en el trabajo, los molineros comían en el molino, acompañados por sus familias. Lo habitual era comer cocido de judías blancas. Las preparaban además con morcilla, tocino y hueso de espinazo, si había. Se calaban sopas de pan en el caldo. Era costumbre obligada poner en remojo un pan en unos depósitos con el aceite del molino, manteniéndolo durante cuatro días, posteriormente se rebanaba y tostaba. Se llamaba: “Remojón”.
Era costumbre muy común, de la semilla del cáñamo (“cañamones”), se mezclaban con azúcar, tostaban y una vez caramelizados se dejaban enfriar. Era un dulce casero delicioso.
Tenemos muchas de nuestras cosas olvidándose, que podemos recordar para no terminen perdidas. Seguiremos ampliando todo con más detalles. Un saludo.
Hasta hace muy poco se juntaban las mujeres en el mes de Mayo, en la ermita de la Concepción, rezaban y cantaban unas canciones antiguas, casi olvidadas, trasmitidas de generación en generación, llamadas “Flores”. En Cuaresma se juntan igualmente, para subir al Cerro y rezar las “Cruces”.
Las costumbres gastronomicas entre otras a recordar; Había en Albares tres “Molinos de Aceite”. Estuvieron funionando hasta finales de los años cincuenta. Debido a la continuidad en el trabajo, los molineros comían en el molino, acompañados por sus familias. Lo habitual era comer cocido de judías blancas. Las preparaban además con morcilla, tocino y hueso de espinazo, si había. Se calaban sopas de pan en el caldo. Era costumbre obligada poner en remojo un pan en unos depósitos con el aceite del molino, manteniéndolo durante cuatro días, posteriormente se rebanaba y tostaba. Se llamaba: “Remojón”.
Era costumbre muy común, de la semilla del cáñamo (“cañamones”), se mezclaban con azúcar, tostaban y una vez caramelizados se dejaban enfriar. Era un dulce casero delicioso.
Tenemos muchas de nuestras cosas olvidándose, que podemos recordar para no terminen perdidas. Seguiremos ampliando todo con más detalles. Un saludo.