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CHOQUE DE AVIONES EN TENERIFE (1977)

Tenerife está plagada de niebla. Las nubes se acumulan alrededor del
extinto volcán Pico de Teide y esparcen una repentina bruma extraña a
través de la isla de vacaciones del Atlántico. El domingo 27 de marzo
de 1977 estaba muy nublado.

Una bomba, instalada por terroristas del movimiento de liberación de
las islas Canarias, había explotado en una tienda del aeropuerto de
Las Palmas, en la vecina isla de Gran Canaria, y las aeronaves estaban
siendo desviadas de las Palmas a Santa Cruz. Entre ellas había dos
jumbo jets Boeing 747: el vuelo 4805 de la línea holandesa KLM,
proveniente de Amsterdam, y el vuelo 1736 de Pan Am, proveniente de
Los Ángeles y Nueva York.

Los tres controladores aéreos de servicio en la torre de control
tenían once aeronaves en tierra, todas esperando autorización para
despegar. Pero sus principales preocupaciones eran la niebla que
espesaba rápida mente y había reducido la visibilidad a 500 metros, y
las luces del eje de pista que no estaban funcionando. Para aumentar
la confusión, dos de las tres frecuencias de radio del aeropuerto
estaban fuera de acción y los pilotos tenían que hablar a los
controladores por el parloteo de la única frecuencia que quedaba. La
escena estaba lista para el desastre.

La pista principal este-oeste en Santa Cruz tiene 3.2 kilómetros de
largo y está a 666 metros sobre el nivel del mar. Paralela a ésta hay
una segunda pista que las aeronaves usan para rodar desde y hacia los
edificios de la terminal. Estas dos pistas están unidas en cada
extremo y conectadas a lo largo de sus extensiones por cuatro calles
de acceso. El vuelo 4805 de KLM y el vuelo 1736 de Pan Am esperaban
en la segunda pista de rodaje, la aeronave holandesa justo delante de
la estadounidense. La espera terminó finalmente antes de las 5 p. m. El
piloto de KLM, capitán Jaap van Zanten, anunció a sus 229 molestos
pasajeros que por fin le habían dado autorización para rodar y
prepararse para el despegue hacia Las Palmas. El capitán de Pan Am,
Victor Grubbs, hizo un anuncio similar a los 370 pasajeros
estadunidenses.

Debido a la congestión en la calle de rodaje, a ambos pilotos se les
ordenó mover sus aeronaves a la pista principal y rodar al punto de
despegue en el extremo lejano. El mensaje salió de la torre de
control al vuelo 4805 de KLM: "Ruede derecho hacia adelante al extremo
de la pista y retroceda". El poderoso jet del capitán Van Zanten
avanzó lenta mente por la larga pista mientras el capitán Grubbs
recibía instrucciones de la torre: seguir al jet holandés para dejar
la pista dando vuelta a la calle de rodaje de la izquierda.

El capitán Van Zanten completó la maniobra y dirigió la nariz de su
aeronave a la niebla que ocultaba los 3.2 kilómetros de la pista
principal delante de él. Su copiloto informó a la torre de control:
"KLM 4805 está ahora listo para despegar. Estamos esperando
autorización". La torre respondió: "OK, espere para despegar. Yo le
llamaré".

La razón de la horrenda cadena de acontecimientos que ocurrió en los
siguientes minutos tal vez nunca sea descubierta. Lo que sí se sabe
es que mientras la torre de control verificaba la posición del jumbo
de Pan Am, la aeronave holandesa se preparaba para despegar. Y
mientras la aeronave estadunidense toda vía avanzaba pesadamente por
la autopista principal antes de dar vuelta a una de las calles de
rodaje, la aeronave de KLM soltó sus frenos, aumentó el empuje y
empezó a rodar los 3.2 kilómetros de pista... derecho hacia el vuelo
1736 de Pan Am, invisible a través de la niebla.

El jet holandés ya viajaba a 240 kilómetros por hora cuando el
copiloto de Pan Am Robert Braggs lo avistó por primera vez. Dijo: "Vi
las luces delante de nosotros a través de la niebla. Al principio
pensé que era el KLM parado al extremo de la pista. Luego me di
cuenta que las luces venían hacia nosotros". Braggs gritó: "Salga,
Salga". El capitán Grubbs gritó:"Estamos en la pista. Estamos en la
pista".

Angustiosamente despacio, Grubbs hizo que su jumbo diera un giro de 30
grados en un último intento desesperado de evitar el desastre. Pero
era demasiado tarde. La aeronave de KLM viajaba demasiado rápido. No
podía parar ni desviarse. La única opción para el capitán Van Zanten
era tratar de levantar la nariz de su jumbo en un esfuerzo por
"saltar" sobre la aeronave e bloqueaba su ruta. Pero el capitán Van
Zanten había pasado el punto de no regreso. Dos segundos después de
levantarse, la aeronave holandesa se estrelló contra el jumbo
estadounidense a alrededor de 250 kilómetros por hora. La nariz del
jet de KLM golpeó la parte superior de la otra aeronave, arrancando el
techo de la cabina del piloto y el compartimiento superior de
pasajeros. Los dos gigantescos motores que pendían de las alas fue
ron los siguientes en golpear al avión estadounidense. Las cubiertas
de los motores se incrustaron en la cabi na posterior, matando a la
mayoría de los pasajeros instantáneamente.

El boeing de KLM continuó su terrible viaje por en cima del avión y a
lo largo de la pista, desintegrando se y explotando en miles de
pedazos. Ni una sola persona a bordo del avión holandés sobrevivió.
Todos los sobrevivientes del avión de Pan Am estaban sentados al
frente o en el lado izquierdo, lejos del impacto. Par te del lado
izquierdo del avión se desprendió en el choque, y los sobrevivientes
fueron lanzados o salta ron para ponerse a salvo.

El choque ocurrió a las 5:07 p. m., pero durante los largos segundos
del desastre, los controladores de tráfico aéreo no se dieron cuenta
de ello. Una aeronave española que volaba sobre Tenerife irrumpió
para solicitar permiso para aterrizar. La torre de control respondió
bruscamente: "Silencio en el radio, por favor. Seguiré llamando a
KLM". Pero KLM ya no existía. Era un revoltijo de restos ardientes
esparcidos.

Hasta que una racha de viento rompió el banco de niebla los
controladores no se dieron cuenta de que eran testigos del máximo
horror que todo el mundo había temido: un choque entre dos jumbo jets,
cada uno de los cuales pesaba 240 toneladas, tenía 70 me tros de largo
y un plano de cola de la altura de un edificio de siete pisos. Y
ambos atestados de pasajeros.

La muerte fue instantánea para los 229 pasajeros y 15 tripulantes del
jet de KLM. Pero entre los sobrevivientes del jumbo de Pan Am hubo
relatos de pánico, horror y heroísmo. En el compartimiento de primera
clase "se desató el infierno", según el pasajero de 37 años Jim Naik,
de California. Dijo: "Estaba sentado con mi esposa Elsie cuando hubo
una repentina explosión. El avión estalló completamente en llamas.
Luchaba por sacar a Elsie conmigo, pero después del impacto la gente
empezó a caer encima de nosotros desde el compartimento de arriba, al
hundirse el techo. Un pedazo del techo cayó sobre mi esposa. Luego
una segunda explosión me lanzó a la pista. Corría hacia atrás del
avión para salvar a Elsie cuando vi que un cadáver caía fuera. Era mi
esposa".

John Amador, de California, de 35 años, dijo: "Miré por la claraboya y
vi el avión KLM que venía directo hacia mí. Me agaché y, cuando
levanté la vista, nuestra propia aeronave se había partido en tres
partes. Tuve miedo de ser asado por el fuego". Sin embargo, saltó y
se puso a salvo. Briton john Cooper, un mecánico de Pan Am de 53 años,
viajaba como pasajero en el compartimiento del pilotaje cuando el
avión fue chocado por el jumbo de KLM. Fue lanzado afuera y sólo
sufrió cortadas leves. Dijo: "Hubo un terrible choque. No quiero
recordarlo. Había gente gritando terriblemente, mujeres y niños
envueltos en llamas. Nunca podré sacarme de los oí dos el ruido de
esos gritos".

Dorothy Kelly, una sobrecargo de Pan Am de 35 años, de New Hampshire,
fue la heroína del día. Se le otorgó después la medalla al valor, y
esto es lo que re cordaba del desastre: "Hubo ruido, las cosas volaban
alrededor. Nada era reconocible. No había nada alre dedor que se
viera como se veía antes: sólo metal mellado y pequeños pedazos de
escombros. Cuando todo se asentó, me di cuenta de que el techo había
desaparecido arriba de mí aunque yo todavía estaba en lo que había
sido la aeronave. Al principio no vi a nadie. Hubo explosiones
detrás de mí y me di cuenta que la única forma de salir era por
arriba. El piso empezó a hundirse mientras yo salía por arriba".

La señora Kelly saltó más de seis metros para poner se a salvo y luego
se volvió a mirar el avión roto y en llamas. Hubo una serie de
explosiones y oyó a la gen te que gritaba dentro de la aeronave, así
que volvió corriendo: "Vi al capitán de rodillas, sin moverse. Pen sé
que se había roto las piernas. Alrededor había otras personas con
miembros fracturados. Agarré al capitán por debajo de los brazos y
jalé y seguí animándolo a seguir adelante. Temía que el fuselaje nos
cayera encima. Hubo una enorme explosión. Dije: Tenemos que movernos
más aprisa. Seguí empujando y jalando y luego lo dejé caer en la
pista".

Habiendo salvado la vida del capitán Grubbs, la señora Kelly fue
rápidamente de un lado a otro, arrastrando a otros sobrevivientes
ofuscados lejos de los restos, hasta que estuvo segura de que no podía
haber nadie más vivo.

Pero las explosiones seguían constantemente en el jumbo. Una última
serie de estallidos envolvió en llamas al avión. Ya no había ninguna
esperanza de sobrevivencia para quienes habían quedado a bordo. De
los 370 pasajeros y 16 tripulantes del jumbo, más de 300 estaban
muertos minutos después del choque y más de 60 quedaron gravemente
heridos. El número final de muertos en el día en que los dos
leviatanes de los cielos chocaron fue un horripilante 582.