COLISEO ROMANO 2º
Gladiadores: En los ludí gladiatorí, luchadores bien entrenados se
enfrentaban por parejas de maneras diversas. El origen de los combates
de gladiadores se atribuye a los etruscos. Los gladiadores eran en su
mayor parte prisioneros de guerra o esclavos a los que se adiestraba
en una especie de cuarteles con instructores especializados; también
había hombres libres que se entregaba a los lanistas (empresarios de
gladiadores) por simple gusto. Los gladiadores se adiestraban, según
sus aptitudes, en armas diferentes. Entre los dique versos tipos,
destacaban los samnitas que usaban escudo y espada; los tracios, se
protegían con una rodela y luchaban con puñal; los murmilones que
llevaban casco decorado con un pez y solían combatir con los retiari;
armados con una red y un tridente; los ecuestres, que luchaban a
caballo con una lanza, y los meridiani que se batían en los días que
había otros espectáculos para rellenar los intermedios y el tiempo de
descanso que quedaba al mediodía.
Antes de empezar la lucha, los gladiadores saludaban al emperador con
el clásico «Ave, imperator, morituri te salutant». Varias parejas o
grupos combatían a la vez ¿Cuando un gladiador era herido, podía
solicitar el perdón. El emperador escuchaba la opinión de la
muchedumbre sobre si había luchado como era debido. Si todos agitaban
el pañuelo al caído se le perdonaba la vida. En caso negativo, la
gente volvía hacia abajo el puño con el pulgar tieso y el gladiador
era rematado por el vencedor o por un sirviente. El gladiador
victorioso era recompensado con riquezas y conseguía ganarse las
simpatías del público. El más preciado honor que podían obtener era el
sable de madera (rudis) símbolo de liberación.
También se escenificaban batallas mitológicas e históricas con los
contendientes convenientemente disfrazados. Estas escenas servían para
dar muerte a los condenados de Una manera «imaginativa»: mientras que
en los espectáculos normales la muerte del protagonista era ficticia,
ya que en el último momento se le sustituía por un monigote en el
circo, el actor destinado a morir, moría de verdad.
Aunque no era su espacio natural, en el Coliseo también llegaron a
celebrarse naumaquías o simulacros de batallas navales, como la
ofrecida en tiempos de Domiciano. Para conseguirlo algunas zonas del
pavimento se eliminaban para inundar la arena de agua.
Decadencia del Coliseo Romano
Durante el papado de Gregorio I Magno muchos de los monumentos
antiguos pasaron a manos de la Iglesia, que era la única autoridad
efectiva. Sin embargo carecía de recursos para mantenerlos, por lo que
cayeron en el abandono y el expolio. Durante la Edad Media, la
decadencia de la ciudad afectó a todos los monumentos imperiales. Los
terremotos de 801 y 847 provocaron grandes destrozos en un edificio
prácticamente abandonado en las afueras de la ciudad medieval.
Cuando en 1084 el papa Gregorio VII fue expulsado de la ciudad, muchos
monumentos cayeron en manos familias nobles romanas, que los usaron
como fortalezas. Es el caso del Coliseo, ocupado por los Frangipane,
que lo convirtieron en el centro de su área de influencia. El Coliseo
fue cambiando de manos hasta 1312, en que volvió a la Iglesia.
Durante la Edad Media se creía equivocadamente que el Coliseo había
sido un templo dedicado a diversos dioses, como el Sol. La confusión
podía provenir del coloso de Nerón, al que Vespasiano había cambiado
la cabeza por la del dios Sol.
A lo largo de los siglos XV y XVI, el travertino que lo recubría fue
arrancado para reutilizarlo en otras construcciones. Entre otras, se
utilizó para el Palacio Barberini y para el Puerto de Ripetta. Un
conocido dicho latino reza Quod non fecerunt Barbari, fecerunt
Barberini (lo que no se atrevieron a hacer los bárbaros, lo hicieron
los Barberini). También se utilizó para quemarlo y obtener cal. El
expolio de piedras continuó hasta 1749, en que Benedicto XIV consagró
el monumentos como iglesia pública en memoria de los mártires allí
ejecutados (si bien se cree que la mayoría de éstos fueron
martirizados en el Circo Máximo).
En el siglo XIX, por contra, comenzaron una serie de obras para
estabilizar muchos monumentos antiguos. En 1820 se terminaron varios
contrafuertes que son claramente distinguibles hoy día, y sin los
cuales el edificio probablemente se habría derrumbado. Durante todo el
siglo se sucedieron obras de consolidación y mejora, en un proceso que
aún continúa.
Gladiadores: En los ludí gladiatorí, luchadores bien entrenados se
enfrentaban por parejas de maneras diversas. El origen de los combates
de gladiadores se atribuye a los etruscos. Los gladiadores eran en su
mayor parte prisioneros de guerra o esclavos a los que se adiestraba
en una especie de cuarteles con instructores especializados; también
había hombres libres que se entregaba a los lanistas (empresarios de
gladiadores) por simple gusto. Los gladiadores se adiestraban, según
sus aptitudes, en armas diferentes. Entre los dique versos tipos,
destacaban los samnitas que usaban escudo y espada; los tracios, se
protegían con una rodela y luchaban con puñal; los murmilones que
llevaban casco decorado con un pez y solían combatir con los retiari;
armados con una red y un tridente; los ecuestres, que luchaban a
caballo con una lanza, y los meridiani que se batían en los días que
había otros espectáculos para rellenar los intermedios y el tiempo de
descanso que quedaba al mediodía.
Antes de empezar la lucha, los gladiadores saludaban al emperador con
el clásico «Ave, imperator, morituri te salutant». Varias parejas o
grupos combatían a la vez ¿Cuando un gladiador era herido, podía
solicitar el perdón. El emperador escuchaba la opinión de la
muchedumbre sobre si había luchado como era debido. Si todos agitaban
el pañuelo al caído se le perdonaba la vida. En caso negativo, la
gente volvía hacia abajo el puño con el pulgar tieso y el gladiador
era rematado por el vencedor o por un sirviente. El gladiador
victorioso era recompensado con riquezas y conseguía ganarse las
simpatías del público. El más preciado honor que podían obtener era el
sable de madera (rudis) símbolo de liberación.
También se escenificaban batallas mitológicas e históricas con los
contendientes convenientemente disfrazados. Estas escenas servían para
dar muerte a los condenados de Una manera «imaginativa»: mientras que
en los espectáculos normales la muerte del protagonista era ficticia,
ya que en el último momento se le sustituía por un monigote en el
circo, el actor destinado a morir, moría de verdad.
Aunque no era su espacio natural, en el Coliseo también llegaron a
celebrarse naumaquías o simulacros de batallas navales, como la
ofrecida en tiempos de Domiciano. Para conseguirlo algunas zonas del
pavimento se eliminaban para inundar la arena de agua.
Decadencia del Coliseo Romano
Durante el papado de Gregorio I Magno muchos de los monumentos
antiguos pasaron a manos de la Iglesia, que era la única autoridad
efectiva. Sin embargo carecía de recursos para mantenerlos, por lo que
cayeron en el abandono y el expolio. Durante la Edad Media, la
decadencia de la ciudad afectó a todos los monumentos imperiales. Los
terremotos de 801 y 847 provocaron grandes destrozos en un edificio
prácticamente abandonado en las afueras de la ciudad medieval.
Cuando en 1084 el papa Gregorio VII fue expulsado de la ciudad, muchos
monumentos cayeron en manos familias nobles romanas, que los usaron
como fortalezas. Es el caso del Coliseo, ocupado por los Frangipane,
que lo convirtieron en el centro de su área de influencia. El Coliseo
fue cambiando de manos hasta 1312, en que volvió a la Iglesia.
Durante la Edad Media se creía equivocadamente que el Coliseo había
sido un templo dedicado a diversos dioses, como el Sol. La confusión
podía provenir del coloso de Nerón, al que Vespasiano había cambiado
la cabeza por la del dios Sol.
A lo largo de los siglos XV y XVI, el travertino que lo recubría fue
arrancado para reutilizarlo en otras construcciones. Entre otras, se
utilizó para el Palacio Barberini y para el Puerto de Ripetta. Un
conocido dicho latino reza Quod non fecerunt Barbari, fecerunt
Barberini (lo que no se atrevieron a hacer los bárbaros, lo hicieron
los Barberini). También se utilizó para quemarlo y obtener cal. El
expolio de piedras continuó hasta 1749, en que Benedicto XIV consagró
el monumentos como iglesia pública en memoria de los mártires allí
ejecutados (si bien se cree que la mayoría de éstos fueron
martirizados en el Circo Máximo).
En el siglo XIX, por contra, comenzaron una serie de obras para
estabilizar muchos monumentos antiguos. En 1820 se terminaron varios
contrafuertes que son claramente distinguibles hoy día, y sin los
cuales el edificio probablemente se habría derrumbado. Durante todo el
siglo se sucedieron obras de consolidación y mejora, en un proceso que
aún continúa.