Durante la investigación, los cuidadores de los servicios de protección del menor (CPS, de sus siglas en inglés) rellenaron un cuestionario sobre los problemas gastrointestinales (dolor, náuseas, vómitos, calambres) y su frecuencia en los pequeños. La evaluación se llevó a cabo cada dos años desde que los niños cumplieron los 24 meses hasta los 12 años.