El permiso le fue concedido por los dueños de la torre con la condición de que pidiera permiso a la policía y de que firmara un documento que les absolviera de toda responsabilidad. Así, el 23 de febrero de 1912, el sastre, acompañado de curiosos, periodistas y fotógrafos realizó el último acto de su vida, subió al primer nivel de la torre desde donde se lanzó. Según parece confiaba en salir volando y salvar así su vida.
Madre mía de que formas más tontas se puede morir.